«¿Dónde está todo el mundo?» Esta es la intrigante cuestión que el físico italo-norteamericano Enrico Fermi (1901-1954) dejó caer a sus colegas en un rutinario almuerzo de trabajo. Era 1950, y la conversación giraba en torno a los cada vez más frecuentes avistamientos de OVNIs y la posibilidad de viajar más rápido que la luz. No se refería Fermi a los compañeros que faltaron a la comida, sino a la aparentemente inexplicable ausencia de evidencia de vida extraterrestre, a pesar de las altas probabilidades a su favor.
Cualquiera de nosotros, incluso sin conocimientos científicos, podría haberse planteado lo mismo. La edad del universo y la apabullante cantidad de potenciales planetas capaces de sustentar la vida apuntan a que ya deberíamos haber conocido a nuestros vecinos. Sin embargo, no ha sido así y nada parece indicar que esto vaya a cambiar. La Ecuación de Drake, formulada por el astrofísico Frank Drake en 1961, intentaba calcular la posibilidad de contactar con civilizaciones tecnológicas de la Vía Láctea. No obstante, los valores de sus variables son, en el mejor de los casos, meras suposiciones. ¿Qué respuestas ha dado la ciencia ficción a la Paradoja de Fermi? Veamos algunas de las hipótesis más relevantes.
LA ECUACIÓN DE DRAKE ES INCORRECTA
Muchos estudiosos opinan que los valores asignados a la Ecuación de Drake, como el número de planetas situados en la franja habitable de su sistemas solares, se han sobreestimado. De ser así, el resultado de la fórmula, n, sería muchísimo menor a lo esperado. Otros, directamente, creen que la fórmula es errónea. De ser así, estaríamos solos, al menos en nuestra galaxia.
La ciencia ficción ha abordado esta hipótesis como en la novela corta de David McDaniel Pronóstico: Terminal, incluida en el volumen 2020 Vision (1974). En esta historia, el protagonista descubre que ninguna civilización de la galaxia ha logrado desarrollar el vuelo interestelar antes de que su sol se convierta en nova. La «L» de la ecuación de Drake, la cual indica la supervivencia de las civilizaciones, tendría, por tanto, un valor relativamente bajo. Otros ejemplos son Dune, de Frank Herbert, o Fundación, de Isaac Asimov, sagas en las que la única especie inteligente de la galaxia es la humana.
EL GRAN FILTRO
La hipótesis del Gran Filtro enlaza en cierto modo con la explicación anterior. Fue desarrollada en 1998 por el profesor de Economía Robin Hanson, quien afirmó que existe un escollo insalvable en la evolución de toda especie inteligente que le impide el viaje interestelar. Ese impedimento puede ser un escenario de extinción global debido a guerras, pandemias o algún evento cósmico. En el clásico Planeta Prohibido (1956), el Dr. Edward Morbius descubre los vestigios de la civilización Krell, extinguidos en solo una noche hace 200.000 años. Pórtico (1977), de Frederik Pohl, nos plantea el descubrimiento en un asteroide de artefactos pertenecientes a una especie alienígena largo tiempo desaparecida.
Otros científicos se inclinan por un Gran Filtro evolutivo que enlazaría con la Ecuación de Drake. Estos afirman que el surgimiento de vida pluricelular es un suceso extremadamente raro que ha ocurrido en la Tierra y, quizás, en solo un puñado de planetas en todo el cosmos.
HIPÓTESIS DEL BOSQUE OSCURO
Esta es, sin duda, una de las explicaciones más aterradoras de la Paradoja de Fermi. Esta hipótesis recibe su nombre de la novela El Bosque Oscuro, perteneciente a la Trilogía de los Tres Cuerpos, del escritor chino Liu Cixin. Según uno de sus personajes, no habría modo de saber si los extraterrestres son buenos o malignos, de ahí que lo más prudente sería guardar silencio y no anunciar nuestra situación en el cosmos. Si este es el curso de acción que han tomado otras especies inteligentes de la galaxia, estaríamos ante la explicación de por qué aún no hemos descubierto evidencias de su existencia. Esta teoría ha sido ampliamente explorada en la ciencia ficción, desde La Guerra de los Mundos de H. G. Wells hasta las entidades más allá del espacio y del tiempo surgidas de la imaginación de Lovecraft.
HIPÓTESIS DE LA PRIMERA DIRECTIVA
En el universo Star Trek, la Federación ha consagrado la Primera Directiva como uno de sus pilares fundamentales. Solo habrá contacto con aquellas especies que desarrollen un motor de curvatura que les permita viajar más rápido que la luz. Es una regla que el Capitán Kirk y sus sucesores en las series y películas se han saltado infinidad de veces. Esta respuesta a la Paradoja de Fermi postula la existencia de unos seres que nos tutelan desde la distancia y que evitan que podamos detectarlos hasta no estar preparados. Películas como Ultimátum a la Tierra (1951) o la propia Star Trek: Primer Contacto (1996) ejemplifican esta posibilidad.
Esta tesis tiene algunas variantes, como la del zoológico espacial. Según ella, la Tierra es una especie de reserva natural que los aliens mantienen virgen de todo contacto con la finalidad del estudio... o del entretenimiento. Otra variación mantiene que otras civilizaciones extraterrestres ven a la raza humana como aborrecible, de ahí que eviten el contacto y, por supuesto, que sepamos de su existencia. El relato Son Todo Carne, incluido en el volumen antológico de Terry Bisson Cuando los Osos Descubrieron el Fuego (Alianza Editorial, 2007) trata sobre la repulsión que sienten unos alienígenas basados en una materia distinta a la nuestra.
NO SOMOS CAPACES DE LEER LAS SEÑALES
¿Quién puede asegurar que no hemos recibido ya la señal de una civilización extraterrestre que hemos pasado completamente por alto? Puede que haya sucedido infinidad de veces, solo que nuestra tecnología y nuestra capacidad de entendimiento no alcanzan a discernir que se trata de señales inteligentes. El proyecto SETI está enfocado en la escucha de señales de radio, pero ¿y si no es esa parte del espectro electromagnético la que usan los aliens para comunicarse? En la película Contact (1997), basada en la novela del mismo título de Carl Sagan, la señal extraterrestre se halla escondida en la primera transmisión de televisión de la historia, enviada de vuelta desde la estrella Vega.
Una variación de esta hipótesis se basa en la posibilidad recíproca de que los extraterrestres y los humanos seamos tan diferentes que no podamos reconocernos como algo vivo. La inteligencia detrás de la construcción de los monolitos en la saga de Arthur C. Clarke 2001: Una Odisea Espacial sería algo inaprensible para nosotros.
ESTAMOS LEJOS DE TODOS
La vida inteligente podría ser muy abundante en la galaxia, pero podríamos estar muy lejos como para poder captar sus señales. Según algunos científicos, las regiones de la galaxia con más posibilidad de contener especies inteligentes se hallan en su periferia. ¿La razón? Bueno, la explicación es algo extravagante, ya que tiene que ver con supercomputadores, la disipación del calor y la menor temperatura lejos del núcleo galáctico.
La interesante novela La Onda Cerebral (Brain Wave, 1954), de Poul Anderson, plantea un escenario en el cual la Tierra abandona una región del espacio cuyas condiciones inhiben la inteligencia. En consecuencia, la capacidad mental humana y animal se incrementa hasta límites insospechados. Otras novelas plantean situaciones similares, como Un Fuego Sobre el Abismo (A Fire Upon the Deep), de Vernor Vinge, premio Hugo en 1993. En esta historia, la Tierra se halla situada en una región del espacio que hace materialmente imposible avances como el motor hiperlumínico o el desarrollo de inteligencias artificiales reales. En otras regiones del espacio, en cambio, tales restricciones no existen.
VIVIMOS EN UNA SIMULACIÓN
Sin duda, la hipótesis de que vivimos en una simulación al más puro estilo Matrix es la preferida de muchos conspiranoicos. Si fuera cierta y CHAT GPT hubiese evolucionado para encerrarnos a todos en un cosmos virtual, probablemente se le olvidó crear seres extraterrestres con los que entablar relaciones. Esa sería la razón por la que aún no hemos hecho contacto con otra civilización. Si realmente es así, probablemente el universo que existe fuera de nuestra esfera digital es completamente distinto a lo que apreciamos en telescopios y radiotelescopios. La simulación también podría haber sido creada por otros seres, quizás enlazando con la hipótesis del zoológico cósmico. Sin entrar en detalles, Dark City (1998) es uno de los mejores ejemplos de esta explicación a la Paradoja de Fermi.
NADIE ESTÁ INTERESADO EN NOSOTROS
Según esta hipótesis, las civilizaciones extraterrestres de nuestra galaxia podrían no estar interesados en nosotros en absoluto. Por un lado, su nivel de desarrollo podría no haber alcanzado el nivel tecnológico, así que su prioridad sería la supervivencia antes que la exploración de otros mundos. Un claro ejemplo son los Na'Vi de las películas de Avatar. Por otro lado, los extraterrestres podrían haber alcanzado un nivel tal de desarrollo que no les interese salir de su propio sistema, bien porque no albergan ambiciones de exploración, bien porque no necesitan más recursos.
Este último tipo de civilización habría alcanzado un nivel I, II o III en la Escala de Kardashov. En el primer nivel, la civilización ha logrado aprovechar el 100 % de la energía que procede de su estrella. El segundo escalafón lo ocupan aquellos seres que son capaces de extraer totalmente la energía de su sol mediante ingenios como la Esfera Dyson. Las civilizaciones de Nivel III son capaces de aprovechar la energía de la propia galaxia. Serían, literalmente, como dioses. ¿Por qué tendrían alguno de estos tres tipos de civilizaciones la necesidad de contactar con unos seres tan ínfimos como nosotros?
Existen otras teorías que intentan dar una explicación a la Paradoja de Fermi, como la hipótesis de la panspermia. Quienes la apoyan afirman que la vida en la Tierra fue sembrada deliberadamente por una especie alienígena. Por tanto, nosotros seríamos, de hecho, extraterrestres. Sin embargo, dicho postulado tiene los pies de barro, ya que no explica por qué nuestros papás no han venido todavía a conocer a sus retoños.
Por otro lado, la Hipótesis de la Fase de Transición se basa en la existencia de periódicos estallidos de rayos gamma que pueden, literalmente, esterilizar grandes áreas de la galaxia. La frecuencia de dichas explosiones radioactivas impediría que las civilizaciones alcanzaran un nivel de desarrollo tecnológico suficiente para ser detectadas.
En cualquier caso, todas estas teorías podrían ser papel mojado de producirse mañana mismo un contacto con una especie alienígena. En mi opinión, las posibilidades de tal acontecimiento son las mismas que las que hay en contra. La infinitud del cosmos, las miríadas de galaxias que existen más allá de la nuestra o la abismal edad del universo hacen que la probabilidad de que la vida inteligente haya florecido en algún lugar sea muy elevada. Entonces, ¿a qué viene tanto pesimismo?
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