La reedición en formato Marvel Gold de Excalibur era un acontecimiento muy esperado por los sufridos lectores que vamos quedando en Marvel. Dado que nuestras esperanzas están volcadas en el pasado, recuperar algo tan icónico de finales de los años ochenta es toda una alegría. El guionista británico Chris Claremont y el dibujante Alan Davis se unieron para dar una de las mejores creaciones comiqueras con los restos de La Patrulla X y un revitalizado Capitán Britania. Os indicamos qué impresión da volver a leer este cómic tras tantos años.
¿POR QUÉ SURGIÓ EXCALIBUR Y QUIÉNES ERAN SUS MIEMBROS ORIGINALES?
Cuando el guionista Chris Claremont se hizo cargo de los guiones de La Patrulla X, los llevó a lo más alto. Sin embargo, uno de tantos arcos definitivos, La Masacre Mutante, dejó, aparentemente, muertos a muchos de sus integrantes. Dos de los supervivientes, Kitty Pryde y Rondador Nocturno, terminan en Escocia. Concretamente en la Isla Muir, recuperándose física y psicológicamente de sobrevivir a sus compañeros. A ellos se une la poderosa telépata Rachel, la hija de Scott Summers y Jean Grey venida de un futuro alternativo. Por avatares que conocemos en la exquisita novela gráfica que inicia el tomo, «Espada en Alto», acaban contactando con el Capitán Britania. Es este, Brian Braddock, un personaje que necesitaba un buen relanzamiento. Junto a Meggan, su novia metamorfa, forman los cinco integrantes originales de Excalibur.
EL ENFOQUE CÓMICO DE EXCALIBUR Y POR QUÉ ERA TAN DIFERENTE A OTROS CÓMICS
Con Excalibur se trataba de hacer algo diferente a lo visto en los X-Men. Uno de los pilares de la nueva serie era el humor. Lo curioso es que lo consiguieron, pero en parte. Es un triunfo porque, sobre todo en las primeras aventuras del tomo, lo obtenemos de conversaciones casuales o de momentos rutinarios que no suelen aparecer en los cómics de superhéroes. A no ser que alguien me pueda enseñar un cómic de Batman yendo al servicio. Claremont nos divierte con momentos parodiando a la Distinguida Competencia, o con la convivencia entre los dispares miembros del grupo. Y por momentos, te saca una carcajada.
Esto empieza a decaer cuando dejamos los momentos cotidianos y nos adentramos en la parodia. Todas las épocas tienen sus modas, y a finales de los años ochenta las parodias en los cómics eran una de ellas. Las sufrimos en los What If y aquí, al menos para mí, sigue la tortura con copias de los Looney Tunes (los derechos mandan) y personajes televisivos de hace décadas. Se hace realmente cansino, y como lector no me aporta nada.
LAS DISTINTAS PERSONALIDADES DE LOS MIEMBROS DE EXCALIBUR
Excalibur se presenta con Claremont siendo Claremont: personajes muy intensos con una gran vida interior y unos diálogos a los que hay que prestar mucha atención, como en su magistral Dios Ama, el Hombre Mata. Un Capitán Britania inmaduro que hace su viaje interior, una Meggan encantadora, un Kurt Wagner arrebatador. A ello, se une la ardiente Rachel y la tímida Kitty Pryde. La pobre Gata Sombra sufre una de las adolescencias comiqueras más largas. Eso sí es un sufrimiento de verdad. A esto, se le añaden personajes secundarios muy interesantes, como Courtney Ross.
La convivencia entre ellos resulta algo rara, pues son bastante dispares, pero beneficia mucho a la historia. Espero que en los próximos volúmenes veamos más casos rutinarios en Londres y menos fantasía, que llega a ser excesiva.
Lo mejor del tomo es cuando desarrollan las vivencias de estos personajes y no disparatan con la fantasía. Junto a historias brillantes, como la visita a California del grupo, o el cruce con la saga Inferno, hay otras menores. Como si no acabara de coger el tono. Aunque, siendo un grupo novato, es quizás esa la mejor impresión que debe dar.
EXCALIBUR... Y ALAN DAVIS
El dibujante Alan Davis estaba en sus inicios. Ya había hecho algún trabajo junto a Claremont, pero se sentía muy cómodo con una serie nueva donde no tendría que compararse con otros dibujantes anteriores a él. Además, al ser británico, el toque diferente en su dibujo en cuanto a la ambientación se le daba especialmente bien. Su esmero en esta obra se nota en cada viñeta.
Cómo se le echa de menos en los números en los que no participa. Parecen hasta otros personajes. Qué maestría muestra el británico en sus dibujos. Aunque reconoce no gustarle Londres y no conocerla mucho, sus vivencias en el país consiguen ese toque particular en el diseño de todo lo que vemos. Excalibur marcaba así su personalidad sobre otras colecciones de la época.
La mayor prueba que debe enfrentar Excalibur para aquellos que lo leímos de niños es el paso del tiempo. Y, como anticipábamos, la ha engrandecido. Encontrar esta profundidad, este trabajo en cada personalidad, en cada personaje, es casi imposible hoy día. Se lee con nostalgia esta etapa que Marvel nunca recuperará. Están demasiado ocupados destruyendo su universo cinematográfico. Al menos nos queda el consuelo de recuperar estas joyas de un tiempo que nunca volverá.
0 Comentarios
Todos los comentarios son revisados antes de su publicación. Por favor, sé moderado e identifícate, nos gusta saber a quien nos dirigimos.