La relación entre Batman y su pupilo, Robin, ha dado para mucho en las historias del Hombre Murciélago. El primer Robin, Dick Grayson, ya ha superado los ochenta años de existencia, y no es la primera vez que nos cuentan sus orígenes. Una de ellas fue Batman, Año 3, dado que según canon, fue el año en que el joven se incorporó a la vida del solitario Bruce Wayne. En esta ocasión, el guionista Jeff Lemire (Green Arrow) y el dibujante Dustin Nguyen (Batman: Corazón de Silencio) se atreven a actualizar las primeras aventuras del Chico Maravilla en el tomo publicado por ECC Ediciones Robin y Batman. ¿Qué tal les ha ido?
EL DILEMA DE ACTUALIZAR UN ROBIN IMPENSABLE EN NUESTROS TIEMPOS
Hay que recordar que el personaje de Robin fue creado en 1940. Nada que ver tenía la idea de infancia de aquellos tiempos con los actuales. Si bien Dick reconocía en Los Nuevos Titanes de Wolfman y Pérez que había sido Robin desde los 8 años, aquí lo actualizan a los 12. No podemos disfrutar de un cómic de superhéroes si no suspendemos ciertas lógicas del mundo en que vivimos. Aceptar la existencia de los sidekicks es una de ellas.
Aquí el abogado del diablo es nuestro añorado Alfred. Cualquier razón para volver a verlo me parece buena. Aquí se dedica a ser la voz de la razón. Y ser la voz de la razón con un hombre que se dedica a llevarse a un niño a luchar contra criminales por las noches da bastante juego. Un juego que aprovecha Lemire y disfrutamos los lectores.
EL ROBIN QUE NOS MUESTRAN EN ROBIN Y BATMAN
Es curioso que de todos los Robin que ha tenido Batman, Dick Grayson, el primero, sea el más revisitado. Lemire no solo nos cuenta los sentimientos y frustraciones del chico ante las limitaciones que le impone Bruce. También cómo se desenvuelve en el colegio, donde debe integrarse pero a la vez no contar mucho de él. Por supuesto, no falta la desobediencia ante órdenes expresas que terminan siendo oportunas.
Se luce especialmente Lemire en el primer encuentro de Robin con el resto de sidekicks en la Atalaya de la Liga de La Justicia. Muy divertido y bien llevado todo lo referente a los chicos, sobre todo Roy Harper
Jeff Lemire aprovecha para dar ese toque a Robin que lo diferencia de Batman, el famoso optimismo que contrastaba con la oscuridad que asociamos al guardián de Gotham. Y lo hace bien, aunque contradiga lo visto en Robin Año 1 en lo referente a la inspiración para su posterior nombre de Nightwing.
EL DIBUJO DE DUSTIN NGUYEN EN ROBIN Y BATMAN
Reconozco que tengo debilidad por este dibujante. Ofrece mucha personalidad en sus viñetas, y se le distingue a la primera. Su estilo es pictórico y atractivo a la vez que caricaturesco. Sabe distinguir perfectamente a unos personajes de otros en pocos trazos. A la vez, lo combina con el uso de pocos colores —el cómic casi es bitono— para ir creando atmósferas diferentes según el momento de la historia en que nos encontremos.
En definitiva, una historia entretenida que, sin salirse de los cánones, cumple bien con lo que promete. Hubiera preferido un cierre más sorprendente, pero probablemente Lemire quería respetar puntos comunes de los cómics clásicos.
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