La coincidencia en la cartelera de dos películas como ¡Shazam! y Capitana Marvel ha supuesto una de esas casualidades que en ocasiones se dan en el mundo del cine. Y digo casualidad porque, precisamente, Marvel registró los derechos del nombre Capitán Marvel en 1968, al percatarse de que estaban libres. Como consecuencia de ello, DC Comics se vio obligada a relanzar a su personaje no ya como Capitán Marvel, sino como Shazam, la palabra mágica que le otorgaba sus increíbles poderes. Lejos ya de cualquier posible confusión entre personajes, llega a las salas de cine ¡Shazam!, una película dirigida por David F. Sandberg (Annabelle: Creation, Nunca Apagues la Luz) en la que el realizador sueco abandona el género del terror para adentrarse en la comedia superheroica.
Aunque los intentos de llevar a la pantalla grande al personaje datan de principios de este siglo, ya existían numerosas adaptaciones de Shazam tanto al cine como a la televisión. De hecho, uno de los primeros superhéroes en ser llevado al cine en forma de serial fue el Capitán Marvel, allá por los años 40 del pasado siglo. Esta nueva versión, que se decanta por explorar el lado cómico del personaje, es un intento por parte de Warner Bros. de dar un golpe de timón a su Universo Extendido DC, con producciones más modestas protagonizadas por héroes menos conocidos pero con mucho potencial. De hecho, se trata casi de la misma estrategia que llevó a cabo Marvel Studios con el primer Iron Man y que tan buenos resultados le dio.
¡Shazam! es, obviamente, una película de origen. Irónicamente, no comienza relatando el origen del protagonista, sino el de uno de sus archienemigos, el Dr. Thaddeus Sivana, al que da vida el actor inglés Mark Strong. Sivana es el segundo personaje de DC Comics que Strong interpreta. Seguro que todos lo recordamos como el villano Sinestro en la infame Green Lantern de 2011. La primera secuencia de la película se centra, por tanto, en un joven Sivana, abducido por fuerzas mágicas que lo conducen a la Roca de la Eternidad, refugio del último de los magos, de nombre Shazam (Djimon Hounsou). El mago, que busca ceder su poder a un humano puro de corazón, ve como Sivana falla en la prueba a la que es sometido, provocando que este pase toda su vida buscando cómo volver a aquel lugar para tener una segunda oportunidad.
Tras esta secuencia inicial, y ya en la actualidad, se nos presenta al protagonista de la historia: Billy Batson (Asher Angel), un chico obsesionado con encontrar a su madre y que solo ha conocido hogares de acogida. Tras ser asignado a una nueva familia, Billy conecta especialmente con uno de los huérfanos, Freddy Freeman (Jack Dylan Grazer), un chico discapacitado que sufre los abusos de un par de alumnos del colegio al que acuden. Precisamente por salir en ayuda de Freddy, Batson tendrá que huir de los matones, subiendo al vagón de metro que le conducirá a la cueva del mago que le elegirá como nuevo Shazam.
Una de las bazas más importantes con la que contaban los guionistas de esta película es el hecho de tener como protagonista un chico de catorce años con el cuerpo de un adulto de treinta y tantos. Esta situación, sin duda, ofrece infinidad de oportunidades de plantear situaciones cómicas y absurdas, precisamente a lo que asistimos en esta película. Pero, contrariamente a otras producciones en las que el humor es introducido con calzador (y no me refiero solamente a las de Marvel Studios, también alguna que otra del Universo Expandido DC), en ¡Shazam! la comicidad fluye con naturalidad, fruto de la excelente relación que establecen sus tres protagonistas, Freddy, Billy y el alter ego de este, el propio Shazam, al que da vida un inspirado Zachari Levi.
Otras de las cualidades de la película que dirige David F. Sandberg es el balance entre el humor y el drama. ¡Shazam! es, básicamente, una comedia pero, sin embargo, el drama está bien presente. Está presente en el menosprecio del padre y hermano mayor de Sivana hacia este desde pequeño, y cómo ese menosprecio crece hasta convertirlo en todo un supervillano. Está presente también en el hecho de que Billy Batson no ha conocido otra vida que ir rodando por familias de acogida, siempre escapando para buscar a su madre perdida. De hecho, este es el mayor drama que retrata el film, sobre todo cuando Batson descubre la verdad que se esconde tras su madre desaparecida, todo un golpe en el estómago que, aunque el espectador es capaz de prever, no por ello deja de tener su impacto.
Otro de los aspectos que retrata de manera muy divertida esta película es la evolución del héroe. La evolución de Batson hasta convertirse en el héroe que vemos al final de la película está muy bien retratada. En realidad, solo en el último tercio del film vemos a un Shazam ya plenamente consciente de que "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Hasta ese momento, asistimos a una sucesión de escenas en la que Shazam y su sidekick Freddy Freeman exploran las recién adquiridas capacidades del héroe de las formas más divertidas. Es en esta parte de la película en la que cualquier espectador avezado podrá descubrir, aquí y allá, guiños a películas como Big (ese piano gigante de la tienda de juguetes), Dos Tontos Muy Tontos (cuando Shazam y Freddy salen cargados de chucherías de la tienda), Un Padre en Apuros (la pelea en la juguetería), y muchos más.
Quien vaya a ver ¡Shazam! esperando ver mucha acción quizás se sienta decepcionado. Solo al final de la cinta, coincidiendo con el enfrentamiento final con Sivana y sus Siete Pecados Capitales, asistimos a lo que normalmente esperaríamos de un film de superhéroes. Se rumorea que New Line Cinema, la productora de Warner Bros. que ha realizado el film, solo se ha gastado unos setenta millones de dólares. Estamos, por tanto, ante una película modesta para los estándares actuales del cine de superhéroes. Pero ¡Shazam! no es una película de superhéroes al uso, ni falta que le hace. Es una tremendamente divertida historia de origen, familiar pero a la vez inmersa en el Universo Cinematográfico DC, considerablemente más oscuro que el retratado en las películas de Marvel Studios.
Esa aparente dualidad, en cambio, no hace que el espectador sienta que está viendo una historia que sucede en otro universo distinto al de Superman, Batman, Wonder Woman o Aquaman, ya que estos personajes, de un modo u otro, acaban haciendo su pequeña aportación a la historia. De hecho, uno de ellos hace una aparición estelar en la película, aunque no del modo en que a los fans del personaje nos habría gustado, posiblemente por razones contractuales.
No te voy a engañar: no soy un gran seguidor de Shazam en los cómics. Quizás por ello se me habrán escapado muchos de los numerosos guiños que los guionistas se han encargado de ir dejando por la historia. De hecho, tuve que informarme del significado de las dos escenas post-créditos que tiene la película, ya que en una de ellas aparece un peculiar personaje que fui incapaz de reconocer. La cinta, para quien sea fan del personaje, es todo un festín de guiños y referencias casi continuas, pero tan bien introducidas en la trama que no llegan a cansar ni distraen.
En resumen, ¡Shazam! es esa película que los fans del Universo DC más temíamos que llegara... pero que más hemos disfrutado finalmente. Si entras en su juego, la película puede ofrecer casi todo lo que buscarías en un film de origen, aderezado con generosas dosis de humor y salpimentado con una pizca de drama. Si bien tuve mis reticencias cuando vi a Zachari Levi por primera vez vestido de Shazam, mis temores se desvanecieron al verlo actuar. Sin duda, se nota que el actor se siente cómodo con el papel, seguro que infinitamente más que como su desperdiciado Fandral de las películas de Thor. Casi bordeando la parodia, pero sin caer en ella, ¡Shazam! es un soplo de aire fresco al drama por el que apuestan tanto la franquicia DC como la Marvel, al mismo tiempo que todo un puñetazo en la cara a aquellos que siguen pensando que el cine de superhéroes está agotado.
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