El dueño de Amazon, Jeff Bezos, es un friki confeso. Por eso, a pesar de que no le hace precisamente falta, quiere producir sus propias series televisivas. Dentro de este capricho de nuevo rico aparece esta serie, Forever. Protagonizada por dos cómicos habituales de Saturday Night Live, Maya Rudolph, que interpreta a June, y Matt Hubbard, que hace de su marido Fred. Forever es el aparente retrato de un matrimonio rutinario que encontrará bastantes sorpresas en su camino. ¿Qué podemos decir tras ver sus tres primeros capítulos?
La serie comienza con una apertura que recuerda a Up, la película animada de Pixar. Unas escenas con música en las que vamos viendo en poco tiempo cómo se conoció esta pareja y qué tipo de relación tienen en su matrimonio. A diferencia de Up, no nos emocionan ni un poquito, pero al menos nos sirve para ponernos en situación, lo cual se agradece. La intención de la serie no es clara, dado que no podemos encasillarla en comedia porque no es graciosa. Tampoco en drama, porque no emociona. Ni siquiera en fantástica, a pesar de que contenga algunos elementos de este género. Quizás pretendía ser todo esto junto, pero tampoco. Si Bezos pretendía renovar el género de las series con sus propuestas, ésta desde luego no debe ser su serie favorita.
Este matrimonio de cuarentones poco agraciados se nos muestra como el epítome de lo que debería ser el aburrimiento. Sin embargo, no han caído en las exigencias de lo que es un buen matrimonio en la realidad.
Este matrimonio de cuarentones poco agraciados se nos muestra como el epítome de lo que debería ser el aburrimiento. Sin embargo, no han caído en las exigencias de lo que es un buen matrimonio en la realidad.
POBRECITA, TIENE UN MARIDO ATENTO, DENTISTA, FORRADO... ¡QUÉ TRAGEDIA! |
Entre ellos tienen bastante química, con unos diálogos que si bien no funcionan provocando la risa al espectador, al menos convencen como lenguaje de pareja. He asistido a bodas donde no he visto a los novios dirigirse la palabra. Si tras doce años de matrimonio al menos tienen conversación, que se den con un canto en los dientes. Quien guioniza esto debe ser bastante desconocedor del mundo en que vive si cree que una mujer se puede quejar de que su marido dentista se la lleve de pesca a una preciosa casa de campo en propiedad. Sencillamente, porque cuando se quejara a sus amigas, estas le dirían que sus maridos también se van de pesca, pero sin ellas. Y sin casa de campo. Además, el hombre la tortura continuamente preparándole deliciosos platos con los pescados que atrapa. ¡Que lo detengan ya por maltratador!
La intención de la serie no es clara, dado que no podemos encasillarla en comedia porque no es graciosa. Tampoco en drama, porque no emociona.
Esta aparente descripción de un matrimonio aburrido sigue mostrando disparates, como cuando la esposa le dice a su marido que quiere cambiar de aires. Le pide irse a esquiar por cambiar un poco, y el buen hombre accede sin discusión. Entonces, ¿cuál es el problema? Nuevamente, esta mujer podría quejarse de que su marido no tiene iniciativa. Y entonces sus amigas podrían replicarle que sus maridos sí que la tienen... para negarse a cualquier cambio que ellas sugieran.
-¡TÍA, HE HECHO UNA SERIE CON LOS CHISTES QUE SOBRABAN DEL SATURDAY NIGHT LIVE! |
Como retrato serio de un matrimonio esto no hay por donde cogerlo. Los personajes secundarios que van apareciendo coinciden en lo desagradables y carentes de gracia que son. Si buscaban el contrapunto cómico, no lo consiguen. Lo mismo ocurre con la protagonista, la cual se pone en un momento muy inapropiado a hacer el payaso en una iglesia. Nuevamente, se manifiesta la falta de definición de esta serie. Da la sensación de que han cogido retales del programa SNL que no pasaron el test de calidad y los han metido en esta serie por si colaba.
A pesar de lo anterior, hay que reconocerle a la serie dos virtudes. La primera, que es posible seguirla sin desesperar, que ya es mucho en estos tiempos. La segunda, que el primer y el segundo capítulo tienen dos de los mejores cliffhangers que he visto últimamente. Lo malo es que el tercer capítulo carece de dicha virtud, y ya me he rendido.
Lo que vemos en el tercer episodio no tiene sentido ni coherencia. Siguen con el machacón mensaje de la rutina mal entendida. Lo que suceda a partir de aquí, francamente, me da igual. Si bien Amazon está intentando destacar con series de producción propia (El Hombre en el Castillo), ésta no creo que les ayude mucho en el camino. Paciencia.
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