El pastel de celebración del décimo aniversario del nacimiento del Universo Cinematográfico Marvel no podía tener mejor guinda que Vengadores: Infinity War. Dirigida por Anthony y Joe Russo, hermanos realizadores que nos han dejado dos de las mejores entregas de la saga (Capitán América: El Soldado de Invierno y Capitán América: Civil War), Infinity War es el perfecto colofón de un ciclo fraguado a fuego lento a lo largo de diecinueve películas y varias series de televisión. Pocos reparos puedo ponerle a un largometraje que, aunque de considerable duración, transcurre en un suspiro que deja poco lugar al aburrimiento y sí mucho a la emoción y la aventura.
Basada en los cómics El Guantelete del Infinito (1991), de Jim Starlin y George Pérez e Infinity (2013), de Jonathan Hickman, Vengadores: Infinity War reúne en una sola película a la práctica totalidad de los héroes del Universo Cinematográfico Marvel en lucha contra Thanos, el "Titán Loco". Interpretado por Josh Brolin mediante captura de movimiento, Thanos es la figura en la sombra que, desde la primera película de Los Vengadores, ha estado jugando sus bazas con un solo objetivo: conseguir las seis Gemas del Infinito que le darán el poder de un dios.
Desde que Tom Hiddleston hiciera su primera aparición como Loki en la primera película de Thor (2011), ninguno de los villanos aparecidos en las películas del Universo Cinematográfico Marvel había estado a su altura. Ni el robot Ultrón, ni el patético Mandarín, ni Malekith, ni ninguno de los otros supervillanos que han ido haciendo acto de presencia en las distintas películas ha logrado estar a la altura del dios nórdico de la mentira... hasta ahora.
Thanos, creado por Jim Starlin y Mike Friedrich allá por 1973, puede ser considerado uno de los personajes más poderosos e interesantes de los cómics Marvel. Surgido de la mente de Starlin tras asistir en la universidad a una clase de psicología, este antihéroe constituye la elección perfecta para poner fin a un ciclo argumental cinematográfico de 10 años. Josh Brolin, actor que le presta su voz y sus movimientos, ha sabido insuflarle vida y credibilidad de forma notable, logrando que olvidemos que solo se trata de una recreación digital. Sin duda, es uno de los aciertos de la película y podemos perdonar a los guionistas que, posiblemente por motivos de economía narrativa, no se haya profundizado un poco más en las tremendas motivaciones de este ser.
Tal y como sucede en los cómics originales, la misión que Thanos se autoimpone es la de buscar el equilibrio de universo... asesinando a la mitad de los seres que lo habitan. En el guion de Christopher Markus y Stephen McFeely, la motivación de Thanos es alcanzar una meta que, desde su punto de vista, es lógica y legítima. Su monstruoso sentido de la responsabilidad para con el bienestar del universo y las criaturas que lo habitan no puede ser llamado de otra forma que genocidio de escala cósmica, por mucho que Thanos, en una breve escena en el planeta natal Titán, pretenda convencer a los héroes de sus bondades. No estamos ante un supervillano con pretensiones aleatorias y trilladas, sino ante un tipo que cree de verdad que es el salvador del cosmos, aunque para ello tenga que diezmar a la mitad de su población en un colosal holocausto galáctico.
Por supuesto, Thanos no está solo, sino que va acompañado por la Orden Oscura, un variopinto grupo de villanos casi más sangrientos que su propio amo. Cull Obsidian, Ebony Maw, Proxima Midnight y Corvus Glaive componen el grupo de sicarios del Titán Loco encargados de hacerse con las Gemas del Infinito. De entre ellos hay que destacar a Ebony Maw, a quien da vida mediante captura de movimiento Tom Vaughan-Lawlor. Maw es, de los cuatro villanos, el más interesante pues es al que se le da un poco más de profundidad.
Un rival como Thanos merecía unos rivales a su altura, algo en lo que los guionistas de la película no escatiman. Con la excepción de Clint Barton (Jeremy Renner) y Ant-Man (Paul Rudd), así como la de todos los héroes televisivos de Marvel, la película congrega a la totalidad de los héroes del Universo Cinematográfico Marvel frente al enemigo común. Todos aportan su granito de arena en la lucha aunque, lógicamente, el protagonismo de la acción recae más en unos que en otros. Algunos han criticado el hecho de que algunos de los héroes poco o nada aportan al desarrollo de la historia. Sin embargo, obvian que ello es completamente lógico ya que no estamos ante una serie de televisión de trece o veintidós horas, sino una historia que debe ceñirse a la ajustada duración de un largometraje estrenado en cines.
Por otra parte, en la historia hay algunas decisiones de los guionistas que, aunque no molestan tanto como para sacarte de la película, sí que suponen ciertos problemas. Una de esas decisiones es la que tiene que ver con Banner y Hulk. Sin entrar en spoilers, la decisión tomada a este respecto tiene poca explicación, al menos en esta película, por lo que posiblemente tendremos que esperar a Vengadores 4 para conocer por qué Hulk se ha vuelto, de repente, tan cobarde.
Otra de las decisiones cuestionables de los guionistas es la aparente "debilidad" de Visión (Paul Bettany). Capaz de alterar su densidad desde la intangibilidad hasta la dureza del diamante, la creación sintética de Ultrón y Stark se nos muestra en esta película bastante más vulnerable de lo que recordábamos. Para subrayarlo, los responsables de la cinta eligen mostrarlo con su aspecto humano, al lado de su amada Wanda (Elizabeth Olsen) en su retiro de Escocia. Quizás la Gema de la Mente que porta Visión en su frente, objeto de la codicia de Thanos, explique esta aparente debilidad del personaje. Visión se transforma aquí en un personaje al que proteger a toda costa, en un ser frágil, vulnerable. Como bien dijo uno de los directores en una entrevista, Visión es un "McGuffin viviente" que justifica buena parte de la narración.
En lo que respecta al apartado visual, la película tiene el nivel al que nos tienen acostumbradas las producciones de Marvel Studios. Se han subsanado ciertas deficiencias en el CGI que se habían podido apreciar en películas como Pantera Negra, en la que en algunas escenas de acción los personajes parecían muñecos. Sin embargo, todavía sigo sin acostumbrarme a las escenas de lucha cuerpo a cuerpo, demasiado rápidas y confusas para mi gusto, en las que es difícil seguir el movimiento de los personajes. ¿Quizás es que soy un nostálgico de Matrix...? Por otro lado, la recreación de los mundos y vehículos estelares es notable, poco podemos quejarnos en este apartado.
Vengadores: Infinity War entrega lo que prometía su campaña promocional y el hype de los aficionados, un maravilloso y emocionante espectáculo visual que resume lo que toda película de superhéroes debería de ser. Amor, drama, acción, intriga y una trama coral se mezclan en un cóctel explosivo capaz de dejarnos al filo de la butaca del cine durante sus dos horas y media de duración. Podemos perdonar a los guionistas y a los hermanos Russo los pequeños pecados sin importancia que tiene la película, ya que han sabido condensar y adaptar una de las sagas más épicas de los cómics Marvel en esta película y en su continuación, aún sin nombre, que llegará a los cines el próximo año.
Sin ánimo de hacer comparaciones odiosas, y tras dos sonoros patinazos como fueron Thor: Ragnarok y Pantera Negra (en cuanto a calidad e interés, que no de recaudación), Marvel Studios lo ha dado todo para dejar al fan con un extraordinario sabor de boca. El listón está muy alto, tiene que reconocerlo incluso un devoto, como yo, de las películas de DC y Warner. El final algo abrupto de Vengadores: Infinity War solo subraya todavía más el abismo al que se asoman los héroes en este primer acto. Esperemos que el desenlace de esta inolvidable historia esté a la altura de lo que todos esperamos de ella. ¡Excelsior!
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