Como en otros años, el Salón se divide en varios espacios. El espacio central, dedicado a los stands de editoriales, librerías y merchandising ocupa el lugar central y, lógicamente, es el más concurrido. De hecho, el sábado por la tarde la afluencia de visitantes era tal que el acceso hubo de ser controlado para no superar el aforo.
Otro de los espacios del Salón, el dedicado a los stands de videojuegos, fanzines y asociaciones, se ubica en la primera planta del recinto. Para acceder a dicho espacio hay que, o subir una larga rampa o unas escaleras mecánicas, y no hay ascensor. De esta manera, quien quiera acceder a él en silla de ruedas lo tendrá bastante complicado, si no imposible. Y lo mismo decir de los aficionados que vayan con niños pequeños en carritos, como pude experimentar en primera persona. En fin, una deficiencia cuya solución con toda seguridad escapa a los responsables de Ficomic, recayendo más bien en el propietario del recinto.
En la zona superior del Salón, el denominado Palacio 2.1, se ubicaban dos exposiciones: la dedicada a las caricaturas de Donald Trump y la dedicada a la carrera del dibujante Cels Piñols y su mayor creación: Fanhunter. En la primera, artistas independientes y de distintos medios ofrecieron su particular y divertida visión sobre el flamante presidente de los Estados Unidos, un tipo que aún nos tiene reservados grandes momentos para la posteridad.
La exposición Cels Piñol - Fanhunter: El Futuro Está en Juego ofrecía a los visitantes del Salón una visión en conjunto de la obra de esta polifacético artista y autor barcelonés. Originales y muestras de sus publicaciones se unen en una de las exposiciones más completas sobre la obra del creador de Fanhunter, un personaje que ha saltado de las páginas del cómic a los juegos de mesa, las novelas y las figuras de colección.
Junto a estas dos exposiciones se ubicaban los stands de videojuegos, repletos de jóvenes y menos jóvenes atraídos por los nuevos lanzamientos tanto de juegos como de consolas. Muy cerca del bullicio de los videojuegos, el espacio de conferencias, una ubicación muy discutible tanto por la deficiente acústica de los conferenciantes como del público potencialmente interesado por las charlas, muy distinto de los amantes de los videojuegos. ¿No hubiera sido mejor elección para las charlas y mesas redondas otra ubicación del salón como el recinto de exposiciones de la planta baja?
Al visitar el espacio superior del Salón me quedé con la impresión de batiburrillo. En él se mezclaban los stands de los fanzines, los de las asociaciones más o menos relacionadas con el cómic, tres exposiciones, los videojuegos y el espacio de conferencias, un tótum revolútum difícil de justificar.
El Palacio 4 estuvo dedicado a distintas exposiciones, como la dedicada a El Humor Blanco de TBO, una publicación española mítica con la que muchos aprendimos a amar el cómic. Más de cien originales de artistas de la época de oro del TBO estaban expuestos en esta muestra, sin duda una de las exposiciones más completas dedicadas a esta añeja pero importantísima publicación española.
Otras exposiciones que hemos podido disfrutar este año los asistentes al Salón del Cómic de Barcelona han sido las dedicadas a Lucky Luke, la genial creación de Morris, o la centrada en el maestro Will Eisner, creador de la novela gráfica. Milton Caniff, autor de Terry y los Piratas y Steve Canyon, también tenía reservado un lugar destacado en este espacio del Salón, con más de 90 originales del artista que siempre será conocido como “el Rembrandt de los comics”.
El Salón Internacional del Cómic de Barcelona sigue demostrando tener buena salud, 35 años después de su primera edición allá por 1981. Los visitantes de esta edición se han mantenido en los 118.000 asistentes, cifra alcanzada el 2016. Un hecho notable es que, por primera vez en su historia, las entradas del sábado se agotaron, ya que la lluvia no supuso un obstáculo para que miles de personas se acercaran ese día al evento. Sin embargo, y como apunté más arriba, percibo una cierta disminución en la cantidad de stands de librerías de cómics antiguos y de saldo. No es una impresión solo mía, como pude comprobar tras oír comentarios lamentándose de lo mismo.
Un evento que en otros años no he podido casi abarcar en sus cuatro días de duración, este año he podido verlo completamente en dos, lo cual indica una palpable reducción de stands centrados en cómics y relacionados. No cuento, obviamente, stands que nada tienen que ver con el cómic como los del material de dibujo, las golosinas y demás productos con solo una relación tangencial con el noveno arte. Incluso viendo todas las exposiciones, con un par de días es más que suficiente para recorrer detenidamente todo lo que nos ofrece el Salón.
Otro hecho significativo es la menor presencia que otros años de visitantes disfrazados. Esperaba que el sábado, día grande del Salón, acudirían más aficionados al cosplay, ya que incluso había dos concursos, uno sobre personajes del cómic y otro de personajes de manga y videojuegos. Sin embargo, costaba ver algún que otro cosplayer, cuando otros años la afluencia de gente disfrazada ha sido más importante.
Otro hecho significativo es la menor presencia que otros años de visitantes disfrazados. Esperaba que el sábado, día grande del Salón, acudirían más aficionados al cosplay, ya que incluso había dos concursos, uno sobre personajes del cómic y otro de personajes de manga y videojuegos. Sin embargo, costaba ver algún que otro cosplayer, cuando otros años la afluencia de gente disfrazada ha sido más importante.
En definitiva, el 35⁰ Salón Internacional del Cómic de Barcelona sigue siendo el referente en cuanto a eventos del cómic en España. Aún así, comienzan a vérsele algunas costuras que habría que remendar para que el conjunto no se deshaga poco a poco. Centrarse más en el cómic y derivados y dejar el videojuego para otro salón temático como el Barcelona Games World, que se celebra este año en octubre, no sería mala idea. Además, habría que incentivar la presencia de los libreros en el evento, favoreciendo que instalen sus stands a un menor coste para que estar allí les resulte rentable económicamente. No acometer esto puede hacer que el Salón lo monopolicen cada vez más las grandes librerías, como Casa del Libro, Fnac o El Corte Inglés, y las editoriales importantes, relegando cada vez más a las pequeñas tiendas de cómics, las cuales siguen siendo un pilar fundamental para esta industria.
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