Dentro de la avalancha de estrenos de la nueva temporada norteamericana, nos hemos parado a echar un vistazo a Quantico. La base de la historia es un tremendo atentado en pleno corazón de los Estados Unidos, cuya mente maestra sospechan que es nada menos que uno de los reclutas del FBI. El problema es adivinar cuál de ellos es. ABC emite esta serie que aspira, como todas, al menos a la renovación. ¿Merece la pena este nuevo proyecto o mejor lo dejamos pasar?
Pues por lo visto en el primer episodio, yo apuesto por lo segundo: dedicar mi tiempo a otra cosa... y a otras series. Y es que Quantico no hace más que repetir fórmulas mil veces vistas. Y, encima, lo hace mal. Pero que muy mal. Los personajes que nos presentan son de lo más arquetípicos, y encima desfilan ante nosotros de una manera tan apresurada que cuando termina el episodio no sabes ni lo que ha pasado, ni por qué.
La protagonista, la sensual actriz y cantante india Priyanka Chopra (Miss Mundo en el año 2000 por razones evidentes) es una especie de mente brillante a lo Sherlock Holmes que, a pesar de los programas informáticos más propios de ciencia ficción que de la realidad que hay hoy día, y de los satélites con cámaras de ultrazoom que pueden ver una hormiga desde el espacio, el FBI parece necesitar. Tras ser entrenada junto a un montón de patrióticos reclutas en el edificio de la academia del FBI en Quantico, pocos meses después ocurre un espantoso ataque en Nueva York que hace que todos sean sospechosos del mismo, ya que sospechan fue planeado y ejecutado desde dentro.
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La serie parece tan poco segura de sí misma, que quiere mostrar todo lo (cree) que ofrece de una manera tan acelerada, que consigue todo lo contrario. Alex (Priyanka), antes de entrar en Quantico, ya ha tenido un lío con uno de los aspirantes a agente, para que sepas que tendrás tensión sexual en la serie. La (extrema) diversidad de los integrantes del grupo, desde una chica musulmana hasta el chico gay, es tan políticamente correcta como irreal. No falta tampoco lo que tan de moda parece estar ahora: el sosias de Amanda Waller (Suicide Squad) al mando, dedicada a su trabajo y sin vida personal (se sospecha, pero ella lo confirma por si eres cortito). Y, por supuesto, el momento dramático (y absurdo) en una de las pruebas de selección, donde todo el mundo parece tener un secreto inconfesable en un mundo en el que ya pocas cosas son absolutamente privadas.
La búsqueda de la tensión es tan forzada, que nos encontramos con música estridente e inadecuada en varias de las escenas, un recurso que nos recuerda el estilo videoclip que tanto se estilaba en los 90 tanto en el cine como en la televisión. Además, cuando sucede el ataque le dedican tan poco tiempo que tienes que enterarte del alcance de lo que ha pasado por las conversaciones de los agentes del FBI. Las imágenes del atentado son tan confusas que no queda claro si es un sueño, una prueba, o que narices estas viendo.
No digo que si eres Michael Bay, no te interesen los secretos de todo a cien de los integrantes de este grupo tan heterogéneo. Como europeo que no entra en la paranoia colectiva que parecen vivir muchos americanos con el tema de la seguridad, y sin ningún aliciente que me haga seguir con este misterio y estos giros tan tramposos, me parece que para mi Quantico se acaba en el primer capítulo. Los 7 millones escasos de audiencia de su estreno tampoco auguran mucho más. Una retirada a tiempo en lo que se refiere a engancharse a nuevas series es una victoria.
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