En todos los países siempre han existido lugares que, justificada o injustificadamente, se les ha relacionado con el mal, concretamente con la brujería. En España son famosas los aquelarres que se celebraban en la localidad navarra de Zugarramurdi, mientras que en Estados Unidos es de sobras conocida la localidad de Salem como foco de la supuesta actividad sobrenatural de las brujas. Salem, primera serie dramática original del canal de cable norteamericano WGN America, se inspira en aquellos infaustos hechos. La serie ha sido creada por Adam Simon (Exorcismo en Connecticut) y Brannon Braga, este último un guionista y productor de series tan relevantes como el reboot de Cosmos, 24, Star Trek: Enterprise o Star Trek: La Nueva Generación.
LA PERTURBADORA MARY SIBLEY (JANET MONTGOMERY) |
Salem, como ya he dicho, está ambientada a principios del siglo XVII, en una pequeña población del estado de Massachusetts, enclave del mas férreo puritanismo. Esta puritanismo es el caldo de cultivo perfecto para individuos como George Sibley (Michael Mulheren), un predicador que castiga con mano de hierro a cualquiera que ose desviarse del mas rígido integrismo. John Alden (Shane West), tras siete años en la guerra, vuelve a Salem para descubrir que el amor de su vida, Mary (Janet Montgomery), es ahora la mujer mas poderosa y acaudalada de la ciudad pues se ha convertido en la esposa de George Sibley. Mientras, en los bosques que rodean el pueblo, se celebran extrañas ceremonias paganas.
Esta es, mas o menos, la sinopsis de Salem, una serie en principio de 13 episodios que bien podría pasar por un show de canales como FX o Showtime. Para ser la primera serie de producción propia del canal de cable WGN, la serie está ambientada de manera notable, reflejando el aspecto que se supone debía tener por aquella época la tristemente famosa localidad. Se nota que han invertido bastante esfuerzo y presupuesto (se construyeron mas de 25 casas de madera como decorados reales) para que este estreno de WGN en el mundo de las series no pase desapercibido, entre la mediocridad que suele ser la tónica de muchos estrenos de series que estamos sufriendo últimamente.
JOHN ALDEN (SHANE WEST) |
En lo que respecta a los actores, habría que decir que la protagonista, la británica Janet Montgomery (Downton Abbey, Merlín) encarna a la perfección la imagen que todos tenemos de una bruja. Esto no es ningún spoiler, ya que es algo que conocemos a los 15 minutos de metraje. Es mas, su aspecto es tan inquietante que no me cuadra mucho que nadie del pueblo la relacione con la brujería, algo que resta algo de credibilidad a la trama. Shane West (La Liga de los Hombres Extraordinarios, Nikita), interpreta a John Alden, el típico protagonista atrapado en medio de una contienda que le supera, con una interpretación correcta. Respecto a los demás miembros del casting, destacar a Seth Gabel como el joven e hipócrita predicador del pueblo, y a Xander Berkeley (El Mentalista), como el Magistrado Hale.
La serie, aunque se inspira en los hechos que históricamente sucedieron en Salem, no cuenta con rigor histórico lo que allí ocurrió (¿los esclavos negros fueron los introductores de la brujería?), aunque deslice algunos personajes reales, así que criticar a la serie porque no sea fiel a la realidad es absurdo. Se trata de una obra de ficción de buena factura visual, interpretaciones correctas y con una trama que consigue que el espectador no se levante del asiento a los 10 minutos, lo cual hoy en día ya es mucho para una serie. El show está sazonado con algunas escenas de sexo y desnudos (es un canal de cable, no lo olvidemos), aunque sin abusar en exceso. Tampoco nos ahorran escenas perturbadoras, como la del sapo o la chica poseída arrancándose de un mordisco su propio dedo. El giro dado por los guionistas a lo que allí realmente ocurrió sirve solo para distanciarse de lo que hasta ahora habíamos visto sobre Salem en otras películas y series, aunque no es que sea demasiado original; una vez mas, la venganza está detrás de todo.
Salem es recomendable para aquellos que disfrutan de series como American Horror Story o True Blood, shows en los que la combinación de erotismo y horror sirve para desconectar durante 45 minutos sin muchas complicaciones pero, a la vez, despertar el suficiente interés como para querer ver el siguiente capítulo.
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