SPARTACUS EPISODIO 3X09 "THE DEAD AND THE DYING". LA CRITICA

El episodio comienza con Spartacus y algunos de sus hombres liquidando una pequeña acampada de romanos. Para sorpresa de éstos, no son hombres de Crassus, sino de Pompeyo. Sin embargo, la llegada de Naevia con la cabeza de Craxus les pone en alerta de lo sucedido. La estrategia será de nuevo su aliada para conseguir la merecida venganza, aunque los resultados de todo ello no serán los previstos.  Aviso de spoilers.

LA LEALTAD A CRIXUS MARCARÁ ESTE EPISODIO

Intenso episodio, como nos tiene acostumbrados esta magnífica tercera y última temporada. La afortunada escaramuza que permite que Spartacus se haga con las armaduras que llevan la insignia de Pompeyo, será vital para poder engañar a Crassus y concertar una falsa cita con el, asegurándose que no irá acompañado de su ejército. Es evidente que César lo ve venir, pero su odio por Tiberius le ciega y aprovecha para que caiga en la trampa a instancia suya. El simple Tiberius no es capaz ni de sospechar que alguien a quien ha humillado de una forma tan tremenda como a César, le recomiende para una misión importante si no es para vengarse. Nos reafirmamos en que semejante niñato es absolutamente indigno de haber terminado con Crixus, aunque fuera con ayuda.

Spartacus piensa hacer honor a su gran amigo caído, y para ello monta una lucha de gladiadores que, aunque está en contra de lo que él defiende, sabe que es lo que Crixus hubiera querido. Gracias a ello, tenemos unas espectaculares escenas de lucha que nos demuestran lo imposible: que todavía podrían sorprendernos en ese aspecto. Muy emocionantes las luchas de Spartacus sin armas contra dos romanos armados, y las de Gannicus, con tres para él solo. Brutales. 

¡QUE ESPECTÁCULO HAN DADO EN LA ARENA!

Sin embargo, aunque a Tiberius lo reservaban para Naevia, la pobre demostró una gran generosidad al renunciar a cortarle la cabeza, tal y como él hizo a Crixus, por la promesa de Crassus de liberar a 500 de los prisioneros a cambio de su hijo. Sin embargo, me sorprenden dos cosas aquí: una que le crean, y otra que un padre que obligó a su hijo a participar como un soldado más en el diezmo, ahora esté dispuesto a privilegiarlo de tal manera. A pesar de ello, Kore no estaba en la serie por casualidad y, ante la certeza de que Crassus la ama todavía y que si Tiberius vive no tendría esperanza de volver, es quien termina con él. Spartacus aún cuenta con César y Kore para el intercambio. César la cubre ante Crassus, culpando a un esclavo y eximiendo a Spartacus del asesinato de su hijo. Él mismo tenía planeado liquidar a Tiberius en el camino de vuelta, y no sacaría ventaja alguna de decir que Kore le mató. César criticó que Crassus ya estuvo despistado cuando ella se fue, semejante noticia lo alteraría mucho más. Lo que si es cierto es que Kore no podía esperar que las cosas fueran como antes con Crassus, pues no perdona la traición que supuso su marcha advirtiéndola "llámame Dominus a partir de ahora".

NAEVIA DEMUESTRA GRAN HUMANIDAD... PERO ATIZA BIEN A TIBERIUS

En contra de lo que pensabamos tras el episodio anterior, Agron sigue vivo y afortunadamente se encuentra entre los que libera Crassus. Sin embargo, las torturas sufridas no le deben permitir mucha más lucha. Al menos, nos queda el consuelo del bellísimo funeral de Crixus, que se extendió de alguna forma a todos los que han caído en su lucha contra los romanos. Menos apropiada ha sido la escena erótica entre César y la prostituta. El momento no daba para ello, pero parece que no puede haber episodio sin escenas como esta.

Mientras hay series que se exceden en el número de episodios, en este caso no nos podemos creer que sólo nos quede uno para el final de la serie. Perfectamente podrían haber hecho como mínimo dos episodios más para desarrollar esta apasionante historia. Pero no es así, todo se decidirá la próxima semana, el episodio 10 llamado "Victory" en el que la batalla final tendrá que tener lugar. Habrá que prepararse para ella, tanto los que luchan, como los que la viviremos desde el sofá con toda la expectación de presenciar el final de una serie que nos ha marcado.