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OZ, UN MUNDO DE FANTASIA. LA CRITICA

Kansas, 1905. Oscar Diggs (James Franco) es Oz, el Grande y Poderoso, un mago de feria que, junto a su ayudante Frank (Zach Braff), sobreviven como pueden representando sus viejos trucos a los crédulos granjeros. Diggs, todo un mujeriego, mientras escapa en un globo de un marido herido en su honor, es arrebatado por un tornado a la maravillosa tierra de Oz, un mundo fantástico que espera al rey de las profecías. Diggs, viendo la oportunidad de conseguir al fin ser alguien poderoso y rico, no duda en ayudar a los habitantes de Oz a librarse de la malvada Bruja del Este.

Oz, un Mundo de Fantasía es una película de Disney por los cuatro costados. A pesar de estar dirigida por un realizador como Sam Raimi, muy dado a los excesos visuales, en esta película está bastante contenido, quizás demasiado. Dirigida a todos los públicos, el film está despojado de casi la totalidad de los elementos y características del cine de Raimi, dejando la sensación de que podría haber sido dirigida por cualquier otro realizador. Lo único que Oz comparte vagamente con el cine de Raimi es el armazón de su argumento: protagonista anodino que se ve embarcado en una cruzada para salvar a otros, siendo encumbrado a la categoría de redentor casi sin haberlo merecido. Ya hemos visto este argumento en films de Raimi como El Ejército de las Tinieblas o, incluso, en su trilogía de Spider-Man.


A pesar de lo poco del genio de Raimi que vemos en la película, Oz, un Mundo de Fantasía no defrauda ni como espectáculo visual ni como historia sencilla pero entretenida a la vez. Con muchas similitudes a la imaginería visual desplegada por Tim Burton en su Alicia (eso sí, algo más luminoso en el caso de Oz), la cinta cumple con las expectativas de gran espectáculo que se le presuponían. Sin embargo, hay que decir que en ciertos momentos la sobreimpresión de los actores en los decorados digitales parece demasiado artificial, no sabemos si un efecto buscado por el propio Raimi como homenaje al film de 1939 o simplemente un fallo de los efectos visuales (esto último sería harto extraño, ya que la película ha costado 215 millones de dólares).

El elemento, a mi parecer, más flojo de la película es la elección del protagonista. James Franco, como otros actores tales como Joseph Gordon-Levitt o Jeremy Renner, por citar solo dos ejemplos, parecen haber firmado un pacto con el diablo del celuloide, estando presentes en más películas de las que merecen. Son actores que, aunque faltos absolutamente de chispa y carisma alguno, siguen encabezando films relevantes que no merecen actores tan anodinos. Franco se toma demasiado en serio su papel de prestidigitador don nadie, y ni siquiera su faceta de mujeriego terminamos de creérnosla. Ahora sabemos cuanto ha perdido la película de Raimi al no haber sido protagonizada por Robert Downey Jr., con más años que Franco pero también con más cualidades interpretativas y carisma para llevar sobre sus hombros un film de esta envergadura.


Afortunadamente, la función la salvan las actrices Rachel Weisz, Mila KunisMichelle Williams, como el trío de brujas más o menos bondadosas que gobiernan la tierra de Oz a la espera de un nuevo rey. Williams encarna a la quizás excesivamente dulce Glinda, la Bruja Buena. Weisz, como la bruja Evanora, hace un buen trabajo como la hermana mayor de Theodora, interpretada por Mila Kunis. Pero es esta última actriz la que nos depara la mayor sorpresa de la película, con un cambio en su aspecto e interpretación bastante sorprendente. Del resto de personajes, poco que resaltar, a excepción de la pequeña y adorable muñeca de porcelana y Finley, el mono volador, únicos hallazgos visuales relevantes en cuanto a personajes fantásticos de la película. Una película basada en la obra de L. Frank Baum se le debería suponer más abundancia en personajes fantásticos, pero no es así en el film de Raimi, no sabemos si por falta de presupuesto (ya sabemos que no) o por decisión consciente del realizador de no recargar demasiado la historia.


Concebida como una precuela, Oz, un Mundo de Fantasía, transcurre 20 años antes de los sucesos narrados en El Mago de Oz, el film de 1939, al que se homenajea en varias ocasiones en el film de Raimi: el león que tan fácilmente espanta el mago, los soldados espantapájaros, las lágrimas que queman el rostro de Theodora, la cara del mago entre el humo y las llamas, entre otros guiños. 

Oz, Un Mundo de Fantasía es una película que podría haber dado más de si, de haber elegido Raimi un actor protagonista con más garra, con más carisma, alejado de la blandura de James Franco. La espectacularidad del film, a pesar de ser notable, no parece todo lo bien aprovechada que debería, con cierta escasez de interactividad entre los actores y el medio digital por el que se mueven. A pesar de estas salvedades, la película merece la pena, estando ya en desarrollo la secuela, quizás esta ya narrando la historia que todos conocemos, con Dorothy, Totó y la malvada Bruja del Oeste.

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