Tal y como anunciamos en la sinopsis, el primer capítulo de temporada 2 de la serie británica Black Mirror se centra en cómo a través de la tecnología, una chica, Martha (Hayley Atwell), intenta superar la ausencia de su pareja tras el fallecimiento de éste en un accidente y descubrir que está embarazada. Dado que el muchacho era adicto a las redes sociales, tienen material de sobra para crearle una personalidad ficticia a través de todo el material del que dejó constancia en la red, lo que dará a Martha la oportunidad de relacionarse de nuevo con el a través de un avanzado programa informático que simula la personalidad del fallecido.
HAYLEY ATWELL (CAPITÁN AMÉRICA) INTERPRETA A MARTHA |
El autor de la historia, Charlie Brooker, no disimula la opinión que tiene de aquellos que viven pegados a un móvil o una tablet. Tal circunstancia se pone de manifiesto por ejemplo en el fallido acto sexual de Ash (Domhnall Gleeson) con su novia Martha. La soledad de la chica tras la muerte de Ash se ve muy bien reflejada en sus paseos por el campo hablando con su novio fallecido. Incluso su profesión, ilustradora, es solitaria. La soledad planea por todo el episodio, aun cuando Martha está acompañada. Nuevamente, el rodaje, los tiempos y la presentación de los personajes es matemáticamente perfecta sin necesidad de grandes alardes. Prácticamente todo el episodio discurre en una aislada casa de campo y algún paisaje exterior. Eso no evita que aparezcan artilugios futuristas (la pantalla de dibujo, los móviles, el propio reemplazo de Ash...), que , como dice Brooker, podríamos estar utilizando dentro de 5 minutos, dado el vertiginoso avance de estos aparatos. Estos detalles de tecnología aun imposible hoy en día nos sitúan temporalmente y nos ayudan a conectar mejor con la historia.
MARTHA SEGUIDA POR SU FIEL ANDROIDE ASH |
La tecnología aquí pervierte la naturaleza de las cosas, queriendo evitar el dolor que es inherente a la vida, perder un ser querido, y por tanto evitando que se pueda seguir adelante, como dice la hermana de Martha al ver ropa de hombre en el baño y confundirla con la de un amante. Sin embargo, ¿quien no conoce a alguien que no ha superado jamás la muerte de un hijo, guardando su habitación intacta años y años, o quien no ha querido volver a emparejarse tras enviudar? Y mucho antes de que cualquiera tuviera un móvil o internet. El androide que sustituye a Ash (homenaje indisimulado al robot de Alien, El Octavo Pasajero...), el cual evita que Martha asuma su pérdida y no rehaga su vida, no es tan culpable como la propia forma de ser de ella. Sencillamente, tiene medios a su alcance mejores que no vaciar un armario.
A pesar de que el guión es impecable, repleto de ideas y planteamientos interesantes que dan para muchas especulaciones, el remate de la historia deja un regusto algo agridulce, no estando a la altura de todo lo visto durante el episodio. ¿Quizás se han pasado de trascendentales? Eso sí, el posible final que planteé en mi anterior artículo donde avanzaba la sinopsis del episodio no tiene nada que ver con el que hemos visto finalmente.
Nuevamente nos quedamos con un buen debate sobre si la tecnología nos hace ir para atrás o para adelante, si nos ayuda o nos perjudica. La idea de ese maravilloso programa, ese SIRI futurista, no sólo podría utilizarse cuando alguien muere, sino también si nos abandona quien queremos, y fingiríamos así que no ha ocurrido.
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