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ONCE UPON A TIME. CRITICA DE LA TEMPORADA 1

“Once Upon a Time” no es “Perdidos”, pero casi. Tampoco es Fábulas aunque participa de su premisa básica. Como ésta, plantea una situación de partida en la que los personajes de los cuentos clásicos han terminado en el mundo real, viviendo en un pueblo llamado oportunamente Storybrooke. Cada capítulo nos muestra dos líneas temporales narradas de forma paralela, como aquella. En la primera de ellas, ubicada en el presente, presenciamos los esfuerzos de Emma Swan (Jennifer Morrison) por hacer feliz a su hijo Henry (Jared S. Gilmore), dado en adopción al nacer, un niño de diez años convencido de que sobre todos los habitantes de Storybrooke pesa un encantamiento que sólo Emma es capaz de romper. En la otra línea temporal, pasada, se nos cuenta la vida de los personajes de cuento en su mundo natal y cuáles fueron las circunstancias que les llevaron a ser exiliados.


Los creadores de la serie, Adam Horowitz y Edward Kitsis, trabajaron en “Perdidos”, lo que explica muchas de las similitudes, a pesar de que ellos juran y perjuran, con discursos floridos, que se tratan de series diferentes. No obstante, es cierto que se observa, si no una novedad, sí un cierto avance en su planteamiento de la narración, en el sentido de que los flashbacks no son presentados de forma lineal. En el primer capítulo, se nos muestra el conjuro de la maldición en sí, desarrollando la historia de los protagonistas hasta ese punto de inflexión con posterioridad, siendo testigos al final de la temporada de cómo se cierra el círculo. Eso nos proporciona, en los mejores episodios, sorpresas y giros de guión que provienen, igual que en la serie de Glenn Close, “Damages”, de cambiar el punto de vista y de ocultar parte de la información hasta el momento oportuno.
LO MÁS INCREÍBLE EN ESTA SERIE ES QUE EL PERSONAJE DE EMMA TENGA 28 AÑOS.
Tenemos además un punto fuerte que surge de la idea de la serie y que, por eso, comparte con “Fábulas”. Como jugamos con personajes de los que conocemos su historia a grandes rasgos, por pertenecer a la cultura popular, podemos permitirnos ahorrarnos presentaciones tediosas, presentar pasajes harto conocidos en momentos inesperados o dar la vuelta a un tópico en el mejor de los casos, como ocurre con Caperucita Roja/Ruby (Meghan Ory), una doble de Amy Winehouse tan magnética que ha logrado un merecido ascenso de secundaria a principal de la primera a la segunda temporada.
SI DE PEQUEÑO ME HUBIESEN DICHO COMO ESTABA CAPERUCITA, CREO QUE ME HUBIESE GUSTADO MÁS EL CUENTO.
No vamos a decir que todo es perfecto en esta serie, cuyo mayor hándicap radica en que está producida por la cadena ABC y, por tanto, puede resultar excesivamente comercial para ciertos gustos más acostumbrados a temas más adultos de la televisión por cable. Su ritmo, por otra parte, sufre alguna que otra caída hacia mitad de la temporada por la obligación de alcanzar los veintidós episodios estándar, lo que me reafirma en que la duración ideal de cada temporada en una serie de televisión la han encontrado quizás esas cadenas por cable que hemos mencionado.


Podemos poner más pegas, pero igualmente se pueden rebatir. Abusa demasiado de la idea del amor romántico e idealizado, aunque no es algo que desentone con el mundo de los cuentos de hadas. El número de encuentros y desencuentros entre la pareja protagonista, Blancanieves/Mary Margaret Blanchard (Ginnifer Goodwin) y Príncipe Azul/David Nolan (Joshua Dallas), es exasperante y llega a resultar absurdo, justificado únicamente por el elevado número de episodios de la temporada. Y ese aire a culebrón venezolano en el que la Reina Malvada/Regina Mills (Lana Parrilla) es más mala que la quina y los buenos, más que buenos son tontos, y terminan cayendo en trampas que se ven a la legua, tampoco me disgusta.
EL AMOR DE ESTOS DOS ES MÁS TORTUOSO QUE EL DE "LADY HALCON".ETERNAMENTE JUNTOS PERO ETERNAMENTE SEPARADOS.
Una serie para todos los gustos, sin decir esto como algo peyorativo, recomendable sobre todo si tienes la necesidad de compartir el tiempo de televisión en casa con otras personas.

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