La época victoriana resulta un ambiente increíblemente sugerente para enmarcar una historia de fantasmas. Existen no pocos ejemplos, tanto en novela como en cine, de este tipo de relatos dentro del género de terror que se inclinan hacia lo gótico, tales como la novela “Otra Vuelta de Tuerca”, de Henry James, o incluso la reciente película de Amenábar “Los Otros”.
Que un estreno actual apueste por estos mecanismos despierta como poco cierta curiosidad. Si además está realizada por una renovada compañía cinematográfica inglesa muy exitosa durante la década de los 60, Hammer Productions, tenemos ya los suficientes elementos de interés para al menos echar un vistazo a la cinta.
Que un estreno actual apueste por estos mecanismos despierta como poco cierta curiosidad. Si además está realizada por una renovada compañía cinematográfica inglesa muy exitosa durante la década de los 60, Hammer Productions, tenemos ya los suficientes elementos de interés para al menos echar un vistazo a la cinta.
Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) es un joven abogado viudo que acude a un pequeño pueblo con el fin de reunir los documentos necesarios para vender una propiedad, situada en un islote que queda aislado de tierra cada vez que sube la marea. Arthur tendrá que lidiar no solo con la hostilidad agresivo-pasiva de los lugareños, sino que se verá acosado por el espíritu de una mujer, que habita en la mansión, y ha desencadenado una terrible maldición en el lugar.
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Daniel Radcliffe soporta en este caso todo el peso de este remake de un film de 1989 y no actúa mal, pero no es una elección de casting demasiado acertada por tener un aspecto aniñado que no le va demasiado al papel. Su protagonismo va más, me parece a mí, por el tirón comercial del actor, recién salido de la exitosa saga Harry Potter. Una jugada bien ejecutada, a tenor de las más que correctas recaudaciones en taquilla.
Aunque esperaba disfrutar del clasicismo de la propuesta, en
el fondo se trata de una película moderna. En ella, los actores visten trajes
de otro tiempo y se mueven en escenarios acordes con el atuendo, sin embargo,
viven y se relacionan como si se encontraran en el presente. Salvando las
distancias, si me permiten la comparación, sería cómo ver cualquier serie de
época de la televisión española actual, ya sea Gran Hotel o Amar en Tiempos Revueltos. Por otro lado, la inquietud y la tensión del relato proviene de
formas de dar miedo harto conocidas, ya sea el susto provocado por un repentino
aumento en el volumen del sonido o por la irrupción instantánea de una figura
en pantalla, propias de películas de terror mediocres. También hay mucho del
moderno cine japonés de fantasmas (“The Ring”, “El Grito”) y sus herederos
(“Paranormal Activity”, “Insidious”), con la materialización casi desapercibida
de sombras y personas en lugares insospechados del plano (una mecedora, una
ventana) que logran el sobresalto con la misma efectividad. Se diluye así un
tanto la originalidad de la ambientación.
LA MUJER DE NEGRO, UN ESPECTRO CON MUY MALAS PULGAS |
En cuanto a la historia en sí, esta se desarrolla dentro de
los parámetros propios del género. No falta la bruma, ni el personaje
enloquecido, la esposa de un latifundista del pueblo (Janet McTeer), que ejerce
de medium y hace de agorera sobre los terribles acontecimientos que se ciernen
sobre el protagonista, ni por supuesto, el cadáver al que hay que dar santa
sepultura para hacer descansar en paz a los iracundos espectros. No existe, al
menos, ninguna salida de tono en los acontecimientos o en el comportamiento de
los personajes digno de mención. Incluso la excusa argumental para mantener a
Arthur en la mansión más allá de lo razonable para cualquier persona con dos
dedos de frente es dolorosamente actual, ya que su jefe le advierte al inicio
de la proyección que perderá el empleo si no concluye con éxito su tarea.
Esta corrección argumental se torna en previsibilidad, lo
que termina jugando en su contra y provocando cierto sopor. Se trata de una
película de terror correcta que se olvida con la misma facilidad que se consume
y que agradará a todos aquellos que se acerquen a disfrutar de una película de
género sin mayores pretensiones.
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