CRITICA DE COMICS: THOR. DIOSES ERRANTES, DE J.M. STRACZYNSKI Y OLIVER COIPEL

Como parte de una macrosaga en seis partes, Ragnarok, coetánea en el tiempo a “Vengadores Desunidos”, el segundo volumen de Thor llegó a su fin en el año 2004 con su número 85. Siete años habían transcurridos desde que acabara aquel experimento llamado “Heroes Reborn” y Marvel dejara atrás los nefatos años 90 con el inicio de “Heroes Return”. La colección finalizaba de forma bastante apocalíptica, desapareciendo, como si nunca hubiesen existido, todos los dioses nórdicos del Universo Marvel. Pero al igual que los Reyes Magos son los padres, en los cómics mainstream no hay ninguna muerte definitiva y el fandom anhelaba la recuperación del personaje de una forma u otra. Por desgracia, en una época en la que Los Vengadores de Bendis hacían furor, no parecía haber hueco para el Dios del Trueno.

Finalmente, en 2007, tras jugar al despiste en el preludio de “Civil War”, un J.M. Straczynski harto de injerencias editoriales en sus etapas precedentes en Spider-Man y Los 4 Fantásticos, se hizo cargo del tercer volumen de la serie con la esperanza de que, al tratarse de un personaje del que nadie quería hacerse cargo, lo dejasen en paz (luego llegaría “Asedio” para enfrentarlo a la dura realidad).

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En el primer episodio de esta nueva andadura, Thor deambula por el Limbo hasta que es empujado de nuevo a la vida por su alter ego Donald Blake. A continuación, se establece en Oklahoma y trae Asgard a la Tierra, colocándolo en el aire a varios metros sobre el desierto. El resto de los dioses aún se encuentran dormidos en el corazón de los mortales, por eso, Thor inicia una búsqueda por diferentes lugares del planeta para despertarlos.

No vamos a negar que es un punto de partida interesante, como un excelente piloto de una serie de televisión. Además, a toro pasado, se encuentran no pocas similitudes con el entorno del dios asgardiano en la versión cinematográfica de Thor que llegó a los cines en 2011. Para mí, los mejores momentos del volumen surgen del choque cultural entre los habitantes de Asgard y los oriundos de Oklahoma. Destaco por ejemplo, la junta vecinal a la que acuden Balder y Volstagg o el reproche de una pareja de policías en un coche patrulla a Thor por haber depositado su reino sobre una propiedad privada.

UN LOKI FEMENINO, UNA DE LAS IDEAS MÁS INTERESANTES DE STRACZYNSKI PARA THOR.

Estos seis números están excelentemente dibujados por Olivier Coipel (aunque a mi parecer, su Thor tiene cara de pan) pero, y aquí acaban los aciertos, también muy mal escritos. Me explico. Durante 140 páginas, Straczynski involucra al personaje en conflictos humanos de actualidad, ya sea una visita a una Nueva Orleans después del huracán Katrina o a un país africano en guerra en una misión humanitaria de Donald Blake. Son enfrentamientos en los que Thor se encuentra en clara superioridad, por lo que carecen de tensión y, lo que es peor, la parte humana está tratada de forma simplista y aleccionadora. Si lo pensamos con detenimiento, el Dios del Trueno no tiene en ningún momento a un antagonista. La única situación en la que es puesto contra las cuerdas es su enfrentamiento contra el Destructor, promovido en realidad por un femenino Loki dentro de uno de sus maquiavélicos planes, pero resuelto finalmente en pocas páginas de manera casi anecdótica.

Lo que en un primer momento parecía una historia estructurada en torno a una búsqueda, la de Thor por recuperar a sus semejantes, se abandona de forma abrupta. Nuestro héroe asciende al cielo y desata todo su poder, llevándolo al límite. Uno se pregunta si el guionista no cambió de opinión a mitad del desarrollo, puesto que si pretendía que ese fuera el final de la trama, bien podía haberlo ejecutado en el tercer episodio, en lugar del sexto. No hay, como ya he mencionado, antagonista, tema central en esta historia, ni mucho menos progresión dramática. Sorprende que un escritor tan curtido en diversos medios (televisión, novelas,cómics…) caiga en fallos tan elementales. ¿Qué te ha sucedido, Joe? Tú sabías escribir.