Esta serie nos cuenta el día a día de Tom Kane (Kelsey Grammer) alcalde de Chicago. La primera escena es él recibiendo la noticia de que padece una enfermedad degenerativa e incurable, y que su perspectiva de vida es de pocos y malos años. Un alcalde en activo no puede permitirse que se haga pública semejante noticia. A lo largo del episodio,
vamos conociendo a su bella esposa, Meredith Kane (Connie Nielsen) a la que sólo le une el interés. Su hija Emma (Hanna Ware) vive alejada de ellos dedicada a la comunidad y a luchar contra sus propios problemas. El mundo de Tom Kane lo completan sus asesores, pero, a pesar de que lleven 8 años a su servicio, como la guapa Kitty (Katheleen Robertson), no tiene ningún tipo de relación personal o empatía con ellos. Un conflicto de intereses sobre los terrenos de un cementerio por un lado y la lucha de poder por quien debe ocupar el puesto de tesorero nos deja claro la forma en la que Tom Kane se aferra al poder y a lo que está dispuesto para mantenerse en él.
EL PAPEL QUE SE MERECÍA KELSEY GRAMMER |
Hay una frase atribuida a Cristina Onassis que dice "soy tan pobre que solo tengo dinero". Yo la cambiaría para Tom Kane, y diría "soy tan pobre que solo tengo poder". No es que no se haya enriquecido con su puesto, cosa que por desgracia damos por sentado, sino que parece que le mueve más el poder por el poder, no tiene nada si le quitan eso. La mano de Gus Van Sant, productor, se nota en la calidad de reportaje cinematográfico del episodio, cámara en mano. La actuación de Kelsey Grammer es de premio, dejando atrás la imagen de actor cómico con la que se hizo famoso.
CON DIFERENCIA, EL MOMENTO MÁS FELIZ DE ESTE MATRIMONIO |
A pesar de la tremenda calidad del episodio, enfrenta el problema de que es un tema, la corrución política, que por desgracia nunca ha interesado mucho a la audiencia. No tiene el glamour de Boardwalk Empire, ni sus emocionantes escenas de acción. Tampoco los idealistas personajes de El Ala Oeste de La Casa Blanca. Los personajes de momento no se hacen querer, ni dan lugar a una escena de humor que rebaje la seriedad, pues son todos ásperos y frios. Pero sí interesan. Son los personajes que uno se encontraría en semejantes ambientes, apegándonos a un realismo que por desgracia no es agradable. Sólo hemos visto el primer episodio, y habrá que ver cómo van evolucionando las distintas tramas: el ocultamiento de su enfermedad, el periodista que busca la verdad, cómo reaccionará su médico, cual es la historia de su hija...
EL EQUIPO, PARA LA POLÍTICA Y PUNTO |
El canal Starz ha querido dar un salto de calidad con esta producción a la que dio luz verde sin ver un piloto. No lo ha conseguido con Magic City en mi opinión, pero sí con Boss. Por desgracia, la audiencia ha sido pírrica, apenas unos cientos de miles. Esperemos que el tiempo la ponga en su lugar, como a The Wire, serie con la que se la compara. La segunda temporada ya está en emisión porque también la autorizaron, y los productores esperan que les de tiempo a contar la historia completa. Nosotros también.
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