Gracias a la excelente política de estrenos casi simultáneo respecto a USA, acabamos de ver en TNT HD la serie Alcatraz. Tal y como anticipamos, la serie nos cuenta lo que ya sabíamos: en 1963 los 302 presos que iban a ser trasladados desde Alcatraz por el deterioro de sus instalaciones desaparecen sin dejar rastro. Ya en 2012, empiezan a aparecer y a cometer
crímenes, pero aparentemente con la misma edad que tenían en 1963. Una joven policía, Rebecca Madsen (Sarah Jones) se cruza investigando la escena de uno de esos crímenes con el agente federal Emerson Hauser (Sam Neill) que, viendo el interés que pone, la ficha a su manera para investigar esos extraños crímenes cometidos por personas que están igual físicamente que hace 40 años. No falta el compañero, Diego Soto (Jorge García), que aporta la nota friki y termina siendo el compañero de investigaciones de Rebecca. Por supuesto, Emerson guarda secretos a la propia Rebecca, conociendo mucho más del por qué están apareciendo esos antiguos criminales.
AQUÍ NO HAY NINGUNA TENSIÓN SEXUAL QUE RESOLVER...AL MENOS PARA ELLA |
La serie, tal y como esperábamos, ciertamente es un procedimental. Aparece un criminal, en unos cuantos flashbacks vemos cual era su situación personal en Alcatraz, donde los guardas de prisiones parecían más criminales que los presos, y Rebecca, Diego y Emerson los capturan. El misterio es cómo ha pasado lo que pasó y que maneja Emerson al respecto que oculta a Rebecca.
La serie se deja ver y no cae en el manido esquema de los cientos de procedimentales que pueblan la televisión. Pero ¿por qué no brilla cuando podría hacerlo? Pienso que el principal fallo es la protagonista. Sarah Jones y el personaje que encarna carecen de carisma, simpatía, personalidad y de todo lo demás que hace falta para llevar el peso de una serie de este calado. No veo forma de empatizar con una chica con la que nadie se puede identificar. Con deciros que ni sale donde vive y lo único que se nos cuenta de su vida es que tuvo un compañero que murió durante una persecución a un delincuente que, ¡oh,casualidad!, está conectado a los presos aparecidos. Hay caso, aparece, y luego parece esfumarse como los presos de Alcatraz, porque no se nos cuenta nada más de esta chica.
SARAH JONES, UNA ACTRIZ A LA QUE LE FALTA DE TODO PARA ATRAPARNOS |
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No entiendo cómo esta actriz ha pasado el casting para protagonizar una serie de este tipo. Esta chica recuerda a la amiga monina enamorada del protagonista, que es invariablemente siempre ignorada por él, personaje que puebla miles de comedietas románticas. ¿Qué hay de malo en una chica creíble, con vida privada, la que sea, ingeniosa, divertida, ambiciosa, impresionable...? Que no nos parezca un robot sin emociones como esta actriz. Que sea huérfana no solo sobra, sino que no justifica que sea tan inexpresiva como un palo.
El personaje de Diego tampoco ayuda mucho. No sólo es imposible de ocultar en una misión que necesita discreción, sino que la química con Rebecca es nula. Tampoco cumple su función de amigo divertido, porque de ingenioso de momento no ha tenido mucho, los pocos chistes eran forzados y mal llevados. Los guionistas han sido poco generosos con él, excepto por dotarle de más sensibilidad que a la protagonista. Eso si, Sam Neill es el que levanta la función, menudo actorazo, se come con patatas incluso a Jorge García. Es el que se esfuerza por sacar adelante la serie y casi justifica el verla.
YO SOLITO NO PUEDO LLEVAR EL PESO DE ESTA SERIE, ASÍ QUE PONEOS LAS PILAS |
La parte misteriosa de la serie está mucho mejor llevada que la procedimental. Es cierto que consigue intrigarte con el qué paso en aquella cárcel y con qué es lo que está pasando ahora. Que Rebecca esté relacionada con uno de los presos está metido con calzador y realmente no es necesario, pero imaginamos que en el futuro dará juego. Luego hay detalles que pasan "porque sí y ya está", como la niña que se va sola por la cárcel de turista y encuentra al preso. Ver eso a los cinco minutos de empezar ya da idea de que no se van a partir la cabeza cuadrando detalles.
Otra de las cosas que chirrían bastante son los tópicos que salpican toda la historia, a saber: la típica escena carcelaria en la que el alcaide recibe a un preso comiendo, el friki que es abstemio, el tío de la protagonista, policía retirado y guardia de Alcatraz, el compañero muerto de la protagonista y su sentimiento de culpa...En fin, son detalles menores pero ahí están y restan originalidad al conjunto.
En fin, no podemos negar la decepción sentida, ya que esperábamos mucho más. Sin embargo, no es justo deciros que no la veáis. Al menos el cliffhanger final del segundo episodio es lo bastante impactante como para engancharnos al menos una semana más.
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