La premisa del enésimo regreso de Claremont a los personajes que le dieron fama es harto curiosa. Se trata de continuar la trama de X-Men a partir del momento en que abandonó la colección por primera vez, en el número 3 de X-Men, en diciembre del 91. Esta motivación para comprar la serie se me antoja equivocada en la base, puesto que responde a la idea
romántica de que el sistema, en este caso la editorial Marvel, nos privó del talento del guionista por motivos tan mundanos como pueden ser los puramente económicos. La verdad es que sus números imprescindibles no llegan más allá del #175 USA de Uncanny X-Men, coincidiendo con el final de la etapa del dibujante Paul Smith. A partir de ahí, aún existiendo momentos memorables que se pueden contar con los dedos de una mano, el escritor se limita a repetir una fórmula exitosa sin introducir prácticamente ninguna idea nueva. Así, un fin de ciclo que se debió a una pérdida de control del autor respecto a unos personajes que se habían convertido en franquicia, en realidad, desde el punto de vista creativo, debió de producirse mucho antes. Los dos regresos posteriores del Chris Claremont a las cabeceras principales, con episodios que navegan entre los simplemente correcto o lo directamente mediocre, justifican este razonamiento.
romántica de que el sistema, en este caso la editorial Marvel, nos privó del talento del guionista por motivos tan mundanos como pueden ser los puramente económicos. La verdad es que sus números imprescindibles no llegan más allá del #175 USA de Uncanny X-Men, coincidiendo con el final de la etapa del dibujante Paul Smith. A partir de ahí, aún existiendo momentos memorables que se pueden contar con los dedos de una mano, el escritor se limita a repetir una fórmula exitosa sin introducir prácticamente ninguna idea nueva. Así, un fin de ciclo que se debió a una pérdida de control del autor respecto a unos personajes que se habían convertido en franquicia, en realidad, desde el punto de vista creativo, debió de producirse mucho antes. Los dos regresos posteriores del Chris Claremont a las cabeceras principales, con episodios que navegan entre los simplemente correcto o lo directamente mediocre, justifican este razonamiento.
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El segundo aliciente que pudiera hacer que nos interesásemos por esta serie consiste en la imprevisibilidad de su argumento, puesto que sucede fuera de continuidad y el guionista no necesita doblegarse a las exigencias de la editorial acerca de sus personajes. Por eso, cuanto menos se conozca acerca de lo que sucede en estos cómics, mucho mejor para el posible lector. Lo siento por aquellas personas que se han acercado a este texto esperando encontrar detalles sobre lo que acontece en ellos, considero que es preferible no detallarlos demasiado. Baste decir que los hombres-X deben enfrentarse a una organización secreta llamada El Consorcio que busca la erradicación de los mutantes de la faz de la Tierra. Se trata de una amenaza tan peligrosa que es capaz de infiltrar un agente entre la propia Patrulla X, un personaje emblemático que, cuando sale a la luz, mata a otro personaje igual de importante. La lucha contra este enemigo invisible coincide con el descubrimiento de que la raza mutante tiene fecha de caducidad, porque los propios poderes que los hacen diferentes provoca un desgaste que los termina matando y su esperanza de vida se ve reducida con respecto a los humanos normales por este motivo.
En honor a la verdad, la idea de que estamos continuando la acción desde X-Men #3 es cierta sólo en parte. La historia arranca con los héroes persiguiendo a Fabian Cortez, el único cabo suelto de la aventura contra Magneto con la que arrancó la segunda cabecera dedicada a la Patrulla. Sin embargo, existen ciertos cambios en los componentes del grupo que no se justifican convenientemente. De los once hombres-X de los que se partía desaparecen Coloso, Mariposa Mental, Hombre de Hielo y Ángel y se incorporan Rondador Nocturno y Kitty Pryde, que por aquel entonces formaban parte de Excalibur. Existe además, un cierto fallo de continuidad en el hecho de que el hijo de Cíclope viva en Alaska con su abuelo puesto que en números anteriores de Factor X, durante un enfrentamiento con Apocalipsis en la Luna, Nathan quedaba infectado por un virus tecnorgánico y era enviado al futuro como única posibilidad de salvación, viaje que sería el principio de la creación del personaje de Cable.
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La primera saga de la colección sorprende gratamente y consigue interesar por el misterio y los giros de guión que introduce. Sin embargo, a medida que avanzan los números parece que Claremont empieza a sufrir el síndrome del What if, según el cuál se pretende mantener el interés por una historia a fuerza de muertes y golpes de efecto, vengan o no a cuento. Por eso, según mi opinión ciertas decisiones tienen un interés relativo, como que haya hasta cuatro muertes de personajes principales, demasiadas para sólo 24 episodios. Podrían considerarse también ideas de bombero aquellas relacionadas con el intercambio o la mezcla de poderes entre personajes, un romance entre dos protagonistas que habían trabajado toda la vida juntos pero que nunca habían manifestado ningún tipo de interés amoroso o el retorno gratuito de Magik, cuya historia había sido cerrada de forma satisfactoria hacía ya algún tiempo.
Como curiosidad, comentar que existen ciertos argumentos que recuerdan poderosamente a otros que se desarrollaron dentro de la continuidad, por lo que se puede pensar que estas ideas descartadas de Claremont pudieron reciclarse de alguna forma. Así, el desarrollo de la historia del desgaste recuerda a la del virus del Legado; el argumento de la Mariposa Mental impostora como agente de La Mano después de que la auténtica pasara por El Lugar Peligroso del X-Men de Nicieza se cuenta aquí de forma parecida con otro protagonista. También hubo un intento de reformar a Dientes de Sable dentro de la Patrulla X, aunque en la continuidad normal tuvo trágicas consecuencias. Una coincidencia entre la historia oficial mutante de Marvel y la de Claremont se descubre en el hecho de que Mística es la madre de Rondador, aunque esto podía considerarse como un secreto a voces.
En fin, que estos cómics tienen un interés más bien escaso, más allá de reencontrarse con unos personajes que hablan y piensan de la misma forma a cómo lo hacían cuando nos enamoramos de ellos. Sin embargo, para bien o para mal, éstos no son los cómics que se hacen hoy en día, lo que convierte este experimento en unos tebeos que son ya viejos desde el mismo momento en que son publicados.
X-MEN FOREVER #1 AL 3
Panini Cómics
Cómic 17x26 tapa blanda, 224 páginas, color
PVP: 18€
Guión: Chris Claremont
Dibujos: Jim Lee, Grummett y otros
Correspondencia USA: X-Men Vol. I #1, 2, 3; X-Men Forever Alpha; Annual #1; X-Men Forever Vol. I, #1-24
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