Hace poco terminé de leer un librito de bolsillo que compré en el (añorado) boletín Discoplay. El libro en cuestión se llama El Reich de Hielo, de William Dietrich, autor del que no conozco ni quiero conocer ninguna otra obra. Cuando lo compré me llamó la atención la temática de la novela. Se trata de la típica novela de historia-ficción, en la que el autor mezcla personajes reales con otros inventados para dar una pátina de verosimilitud al conjunto. Sin embargo, Dietrich fracasa.
Desde el principio la novela no engancha y sus 443 páginas se tornan insufribles. La trama es simple y los personajes muy planos, casi esquemáticos. Parece una novela escrita en los años 20 del pasado siglo, pero peor, nada que ver con un Hope Hodgson ni con un Rice Burroughs.
Cuando la compré pensaba que sería una inteligente mezcla entre La Cosa de Carpenter y La Conspiración, de Dan Brown, todo ello en el marco de la II Guerra Mundial. Nada más lejos de la realidad. El autor alarga innecesariamente la sencilla trama incluyendo una historia de amor digna de las mejores telenovelas. Podría haber escrito una buena novela corta o, si me apuras, un cuento de unas 20 páginas, y ha abultado una premisa hasta diluir todo rastro de buena idea que pudiera tener.
Más adelante comentaré otros libros infumables que han pasado por mis manos, para que no perdáis ni el tiempo ni el dinero, cosas ambas tan preciadas en estos tiempos que corren.
Desde el principio la novela no engancha y sus 443 páginas se tornan insufribles. La trama es simple y los personajes muy planos, casi esquemáticos. Parece una novela escrita en los años 20 del pasado siglo, pero peor, nada que ver con un Hope Hodgson ni con un Rice Burroughs.
Cuando la compré pensaba que sería una inteligente mezcla entre La Cosa de Carpenter y La Conspiración, de Dan Brown, todo ello en el marco de la II Guerra Mundial. Nada más lejos de la realidad. El autor alarga innecesariamente la sencilla trama incluyendo una historia de amor digna de las mejores telenovelas. Podría haber escrito una buena novela corta o, si me apuras, un cuento de unas 20 páginas, y ha abultado una premisa hasta diluir todo rastro de buena idea que pudiera tener.
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