Dirigida por Ryan Coogler (Creed), Black Panther nos presenta las aventuras en solitario del superhéroe de color del mismo nombre, surgido hace ya 52 años de las páginas de la colección de Los 4 Fantásticos de Lee y Kirby. La idea de llevar a Pantera Negra a la gran pantalla no es nueva, ya en los 90 Wesley Snipes intentó sacar adelante una película centrada en el personaje con él como rey T'Challa. Tras años de proyectos frustrados parece que estamos ante una película que sí hace justicia al personaje... si me dejara llevar por las opiniones de la crítica especializada y no tuviera criterio propio. ¿Ha merecida la pena la espera para ver todo el esplendor de Wakanda y las aventuras de su monarca integradas en el rutilante Universo Cinematográfico Marvel? Vayamos con la crítica CON SPOILERS.
La película comienza narrando el origen del reino de Wakanda y de cómo esta pequeña nación desarrolla la increíble tecnología de la que disfruta en la actualidad. El mineral vibranium, fuente de poder de todo ese desarrollo tecnológico, es también un codiciado tesoro para personajes como Ulysses Klaue (Andy Serkis), un traficante de armas sudafricano sin escrúpulos. T'Challa (Chadwick Boseman), ahora rey de Wakanda tras el asesinato de su padre en Capitán América: Civil War (2016), deberá intentar atrapar a Klaue como Pantera Negra, ayudado por sus fieles guerreras Nakia (Lupita Nyong'o) y Okoye (Danai Gurira).
Hasta aquí el inicio del film de Coogler, una película de la que me esperaba bastante más, sobre todo teniendo en cuenta que ha sido elevada a los altares a bombo y platillo por los medios especializados (no hay más que ver su puntuación en el agregador de críticas Rotten Tomatoes). El guion, aunque algunos quieran ver otra cosa, no aporta nada novedoso a lo que ya habíamos visto en otras películas de superhéroes de Marvel Studios. ¿La novedad? Que su reparto lo componen en casi un 95 % actores afroamericanos, con las honrosas excepciones de Andy Serkis y Martin Freeman como el agente de la CIA Everett K. Ross.
La película, además de aportar pocas novedades a lo que ya hemos visto decenas de veces en films anteriores de la franquicia Marvel, es bastante previsible. Hay escenas en las que adivinas que vendrá después sin demasiados problemas, como aquella en la que M'Baku (Winston Duke), líder de la tribu de las montañas de Wakanda, se niega a prestar ayuda a T'Challa en su lucha contra Killmonger (Michael B. Jordan). Obviamente, los guerreros de M'Baku aparecen providencialmente cuando todo parecía perdido para Black Panther y los suyos. Lo mismo pasa con el personaje que interpreta Daniel Kaluuya (Déjame Salir), W'Kabi, amigo de T'Challa, pero a quien desde lejos vemos que va a ponerse de lado de Killmonger a la primera ocasión.
Otro de los puntos flacos de la película es, como no, el villano principal. Tener un mal villano parece haberse convertido en la marca de la casa de Marvel Studios. Porque en esta película el villano principal no es Ulysses Klaue, no, sino Erik Killmonger, interpretado por Michael B. Jordan como si fuera un matón de barrio, algo bastante chocante para un tipo que asegura haber estudiado en el M.I.T., ser agente de la CIA y no se cuántas cosas más. Y eso criándose solo en las calles, que si llega a tener compañía... Mientras que Serkis encarna a un convincente villano, notándosele que disfruta con el papel, el Killmonger de Jordan hace aguas por todos lados. Es un villano genérico, de marca blanca, con unas motivaciones, por llamarlas de algún modo, aleatorias y trasnochadas. Matar por matar, tatuarse esas muertes, dominar por dominar con malos modales y, en definitiva, convertirse en emperador del mundo con la tecnología del vibranium. Original, ¿verdad? Y el villano que sí merecía la pena, Klaue, muerto de un disparo por Killmonger a mitad de la película. Todo correcto.
El actor protagonista es otro de los problemas de la película. Boseman no es que sea un prodigio de la interpretación, y se nota. Por la derecha lo adelantan casi el resto de actores y actrices de la película, quizás con la excepción de Kaluuya, quien luce una cara de palo aún más rígida que la de Boseman. Cuando en una película de superhéroes te caen mejor los secundarios que el protagonista, mal vamos. En Black Panther me ha ocurrido con el personaje de Danai Gurira y con el de la hermana de T'Challa, Shuri (Letitia Wright), un personaje, eso sí, bastante increíble, y metido con calzador como alivio cómico de una película que afortunadamente no tiene demasiados chistes. Y sí, ya se que Shuri también es un genio en los cómics, pero eso no quita que en esta película ver a una chica de 16 años dirigir todo el desarrollo tecnológico en el que se basa Wakanda como el Q de las películas de James Bond, sea un poco chocante. ¡Eso es una princesa en condiciones y no las que suben fotitos a Instagram!
Mientras que Serkis encarna a un convincente villano, notándosele que disfruta con el papel, el Killmonger de Jordan hace aguas por todos lados
Dejando de lado los problemas del villano principal, endémicos ya en las producciones de Marvel, el poco carisma del protagonista, la previsibilidad del guion y lo genérica que es la cinta, Black Panther no es, sin embargo, una mala película. Si bien hay momentos en los que la acción y el interés decaen bastante, su alargado metraje no se hace excesivamente pesado ni hay que soportar los ubicuos chistecitos que plagan otras producciones de la casa como la sonrojante Thor: Ragnarok. Los efectos visuales nos desvelan una Wakanda fabulosa —eso sí, solo una de las calles de la capital, nada más—, más cercana a Tomorrowland que a la que imaginara Jack Kirby en su día. Puede que la tecnología que vemos en la película sea demasiado avanzada, incluso para los estándares del Universo Cinematográfico Marvel.
Si bien la recreación de Wakanda y su tecnología superan el aprobado, no puedo decir lo mismo de otros efectos visuales. Un buen efecto visual es aquel que no se nota, y en Black Panther hay algunas escenas en las que el CGI se ve a distancia. Un buen ejemplo de ello son las escenas de lucha en las cataratas. Ahí el croma se nota demasiado, no hay sensación de profundidad y la luz no es la apropiada. Parece ser que esas cataratas han sido rodadas en Argentina, aunque sospecho que la mayor parte han sido recreadas mediante CGI... y del malo.
Otro problema que tiene esta película es su fotografía. En la escena inicial, en la que Pantera se enfrenta a unos traficantes, no se ve nada. No se aprecia nada de la acción, y no es un problema de mi vista. La pelea, desarrollada de noche, en un estudio, con vegetación de atrezzo, es de todo menos espectacular y mal coreografiada. Conforme avanzamos en la historia, vemos momentos de acción mejor planteados, como la persecución por las calles de Busan, en Corea del Sur. Sin embargo, la pelea entre Killmonger y Pantera Negra en las minas de vibranium está bastante desaprovechada, pecando también de poca iluminación. ¿Y qué decir del paisaje supuestamente africano? ¿Quién no ha visto alguna vez un documental sobre África? Las escenas en exteriores que aparecen en Black Panther parecen de cualquier lugar menos África, lo cual cuadra con el hecho de que ninguna de las localizaciones elegidas por la producción pertenecía a este continente. ¿Un presupuesto de 200 millones de dólares no daba para rodar, por ejemplo, en Sudáfrica? Una cutrez imperdonable, cuando películas de presupuesto ínfimo al lado del de Black Panther como El Cuaderno de Sara (2018) trasladó al equipo de producción a Uganda. ¿A qué se debe esto?
En definitiva, Black Panther, a pesar de lo que muchos críticos nos quieran hacer ver, ha resultado un paso atrás en el desarrollo del Universo Cinematográfico Marvel, tal y como sucediera el año pasado con Spider-Man: Homecoming. A un guion demasiado convencional y previsible hay que añadir un protagonista que transmite poco al espectador y, por tanto, poca o nula emoción, como ocurre en la escena en la que, supuestamente, muere a manos de su primo Killmonger. Y si a todo eso sumamos un apartado visual excesivamente apoyado en el CGI, y que a ratos dejaba bastante que desear —la persecución de las naves wakandianas de la batalla final es de lo peor que he visto últimamente—, Black Panther nos deja un regusto bastante agridulce, bastante peor que a la crítica "seria" y a una parte del fandom, a quienes se le ve demasiado la patita dependiendo de a qué editorial pertenezcan los personajes de la película superheroica de turno.
En definitiva, Black Panther, a pesar de lo que muchos críticos nos quieran hacer ver, ha resultado un paso atrás en el desarrollo del Universo Cinematográfico Marvel, tal y como sucediera el año pasado con Spider-Man: Homecoming. A un guion demasiado convencional y previsible hay que añadir un protagonista que transmite poco al espectador y, por tanto, poca o nula emoción, como ocurre en la escena en la que, supuestamente, muere a manos de su primo Killmonger. Y si a todo eso sumamos un apartado visual excesivamente apoyado en el CGI, y que a ratos dejaba bastante que desear —la persecución de las naves wakandianas de la batalla final es de lo peor que he visto últimamente—, Black Panther nos deja un regusto bastante agridulce, bastante peor que a la crítica "seria" y a una parte del fandom, a quienes se le ve demasiado la patita dependiendo de a qué editorial pertenezcan los personajes de la película superheroica de turno.
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