Una de las técnicas de animación cinematográfica más espectaculares quizás sea la conocida como stop-motion. Si has crecido viendo películas como Furia de Titanes (1981), Jasón y los Argonautas (1963) o El Viaje Fantástico de Simbad (1973), sin duda sabes de qué estoy hablando. Alguien que sí sabe bastante de esta maravillosa técnica, hoy en día casi en desuso, es Adrián Encinas, autor del libro Animando lo Imposible. Los Orígenes de la Animación Stop-Motion (1899-1945), publicado recientemente por Diábolo Ediciones.
Adrián Encinas (Madrid, 1986), autor del volumen, es un enamorado de la stop-motion. Desde su blog Puppets & Clay, Encinas ha ido haciendo una increíble labor de investigación recopilando una ingente cantidad de información sobre esta técnica de animación. Su blog, sumado a diversas colaboraciones en fanzines, revistas cinematográficas e, incluso, festivales y exposiciones han convergido en el libro que ahora tengo entre las manos, y que aborda la evolución de la stop-motion durante la primera mitad del pasado siglo XX.
El autor divide la obra en nueve densos capítulos, cada uno de ellos centrado en las diversas especialidades dentro de la stop-motion. Desde los primeros cortos realizados con juguetes de madera articulados hasta los modelos hechos de plastilina, pasando por las animaciones filmando recortes de cartulina, Encinas hace un recorrido exhaustivo, y casi académico, por la evolución de la stop-motion en el cine.
Apoyado por una increíble cantidad de fotografías —uno de los puntos fuertes de esta obra—, el autor desgrana cada una de las técnicas de animación, deteniéndose incluso en aspectos anecdóticos, lo que hace la lectura un poco más ligera. Curiosidades sobre tal o cual personaje, sobre su vida o cómo se robaban las ideas y patentes unos a otros amenizan una lectura que, en algún momento puntual, puede volverse algo difícil de seguir debido a la cantidad de información que desea aportarnos el autor.
Encinas se detiene especialmente en aquellos creadores españoles que aportaron su granito de arena a esta maravillosa técnica cinematográfica. Segundo de Chomón (1871-1929), Salvador Gijón (1902-1981) o Adolfo Aznar (1900-1975) son quizás los animadores stop-motion más ilustres que ha dado nuestro país, y a los que Encinas dedica no pocas páginas en su ensayo.
La parte final, dedicada al animador norteamericano Willis O'Brien (1886-1962), puede que sea la más apasionante de toda la obra de Encinas. O'Brien fue animador de películas tan míticas como El Mundo Perdido (1912), King Kong (1933) o El Gran Gorila (1949), entre otras. Maestro del genial Ray Harryhausen (1920-2013), la carrera de O'Brien es la mejor analizada por el autor, entrando en detalles de las películas en las que colaboró hasta su muerte, que le sorprende en pleno rodaje de El Mundo Está Loco, Loco, Loco (1963).
A modo de epílogo, Encinas plantea lo que podría ser la segunda parte de su obra, es decir, el panorama de la stop-motion a partir de 1945. El papel de Ray Harryhausen en la animación ya daría casi para un solo volumen, que esperemos ver pronto publicado por Diábolo.
Mentiría si afirmo que Animando lo Imposible es una obra fácil de leer. No lo es. Pero no lo es porque el autor, evitando superficialidades, entra de lleno y hasta el fondo en una técnica cinematográfica, en su análisis y en sus mejores exponentes, que hoy en día cuenta con pocos seguidores. La irrupción, a finales de la década de los 80 del pasado siglo de la animación digital, ha provocado que el público mayoritario, el joven, no haya visto nunca una película con animación stop-motion en pantalla grande. Sin embargo, y a pesar de que esta obra no es precisamente una lectura ligera, su interés como obra que analiza en profundidad una técnica tan vieja como el cine hace que su lectura sea imprescindible para los amantes del Séptimo Arte en general.
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