La trayectoria en los cómics del hombre murciélago es muy larga, camino de cumplir los 80 años publicándose ininterrumpidamente. Sin embargo, no son muchos los autores que consiguen que su etapa sea considerada como definitoria y entre en el olimpo de los considerados como mejores autores de Batman. Sin duda, uno que merece estar entre ese grupo es Steve Englehart. El autor decidió que Batman sería su último encargo y por tanto se esmeró de veras en la tarea. El resultado es uno de los mejores cómics clásicos de superhéroes de todos los tiempos que ECC Ediciones recupera este mes de julio dentro de su colección Grandes Autores de Batman.
A finales de los setenta era Marvel la que triunfaba en las ventas de cómics. Batman estaba tan dañado por la imagen que dio la cómica serie de televisión que pocos eran los que se acercaban al cómic para ver la versión seria del personaje. Durante poco más de un año, Englehart consiguió dar una imagen del murciélago completamente poliédrica. Debo confesar que me ha sorprendido al releerla que no sólo que se mantiene más fresca que otras de los años noventa, sino cómo han bebido de ella recientes versiones cinematográficas. De hecho, el responsable de que Batman haya sido una realidad en la gran pantalla, Michael Uslan, confesó que este es el Batman que quería hacer en el cine.
¿A qué se debe esto? A que nos encontramos ante una trama adulta, bien enlazada con múltiples historias menores de lo más interesantes. Si bien el título nunca me ha parecido acertado, ya que dista mucho de ser simplemente una historia de fantasmas, tampoco sería fácil encontrar otro que resuma todo lo que encontramos en el tomo.
Durante poco más de un año, Englehart consiguió dar una imagen del murciélago completamente poliédrica
Por un lado, hay un considerable desfile de villanos, desde Hugo Strange hasta El Joker. No faltan los políticos corruptos ni la responsabilidad de Bruce Wayne para con Gotham. Los villanos, alejados de los payasos que hemos visto en otras ocasiones, tienen planes realmente buenos contra Batman.
En cuanto a Robin, aparece cuando más se le necesita. En esa época, Dick Grayson no era un personaje que gustara mucho a los autores que se encargaban de Batman así que lo mandaron a estudiar a la universidad para librarse de él sin tener que matarlo. Esa es la razón por la que Bruce vive en su ático de la Fundación Wayne en vez de en la mansión Wayne, para estar más cerca del chico si trabajaban juntos. Englehart le da un papel muy digno, callando a aquellos que criticaban al personaje por infantilizar a Batman. De nuevo, no hay personaje malo sino autor que no sabe escribirlo. La relación entre ellos es muy buena, a diferencia de lo que ocurriría poco después cuando Wolfman y Pérez crearan Los Nuevos Titanes y éste abandonara definitivamente su papel de Robin.
En este cómic, a Bruce Wayne se le cuida tanto como a Batman, y tiene mucha importancia a lo largo de la historia. Hoy día vemos tantos cómics del murciélago donde no se quita el traje que se agradece muchísimo. De hecho, es aquí donde aparece por primera vez Silver StCloud, una belleza de la alta sociedad lo bastante lista para enamorar de verdad a Bruce Wayne y descubrir mucho más de lo que él hubiera deseado. Si bien Catwoman o Talia serían amores de Batman, Silver es el gran amor de Bruce Wayne, al que llega a hacer sufrir de verdad. La hemos visto en otras historias, como en Espiral Interminable.
SEGURO QUE A ESTE JOKER LO HABÉIS VISTO MUCHAS OTRAS VECES |
Una etapa clave del murciélago donde no hay otros mundos, ni lo vemos casi desangrarse en una viñeta para luego estar perfecto en la siguiente. Una lucha urbana, política y empresarial mucho mas mundana y absorbente donde Batman no parece tener superpoderes, sino que es vulnerable en todos los sentidos. La espectacularidad está en la grandiosidad de la historia que nos cuentan. En cuanto al dibujo, Marshall Rogers es el que más destaca, mejor en mi opinión que Walt Simonson, que tampoco era manco. Ellos contribuyen enormemente a que la obra no aparente en absoluto los casi 40 años que tiene. Afortunadamente, quien terminó la historia, Len Wein, hizo un gran trabajo, de manera que no se nota bajón alguno en la obra en su conclusión.
Una compra obligada que disfrutaréis una y otra vez, ya que tras varias lecturas, sigo descubriendo y disfrutando nuevos matices en ella. Toda una maravilla.
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