El actor Tom Hardy ha apostado fuerte por esta producción que se ha estrenado con bombo y platillo en la plataforma HBO España. Al no ser realizada por la cadena, sino por la BBC One en coproducción con FX, cada semana se cuelga un capítulo, así que sólo hemos podido ver el primer episodio de esta ambiciosa producción. El creador de la serie es el propio Hardy y su padre, teniendo como ejecutivo de producción al mismísimo Ridley Scott. De momento, con lo visto he tenido bastante para hacerme una idea de si voy a ver los siguientes, y mi respuesta es un rotundo no. ¿A qué se debe?
Dice un refrán que hay que tener cuidado con lo que se dice, pues todo cae encima. Bien pudiéramos aplicarlo a Ridley Scott, el cual declaró hace poco que no entendía las películas de superhéroes como Batman V Superman, ya que no tienen una maldita historia que contar. Sin quitarle la razón al señor Scott —que en muchos casos la tiene— me gustaría tenerlo delante para preguntarle qué narices quería contar con esta serie, ya que tan importante es para él. Taboo, tan exquisita, pero también fríamente ambientada en el Londres de 1814, aparentemente va del retorno de James Delaney (Tom Hardy), creído muerto, en el entierro de su padre. Allí coincide con su hermana Zilpha y su insistentemente odioso cuñado.
La escena de la entrada de James en el entierro no tiene pies ni cabeza. Su hermana, interpretada de una forma muy incongruente por Oona Chaplin (Juego de Tronos), suelta frases inverosímiles y exageradas que para nada resultan convincentes en una situación como esa. Para rematar, lo acompaña con gesticulaciones más propias de un teatrillo escolar que de una serie aparentemente seria.
La interacción entre los personajes no cuadra por ningún lado. Todo es muy frio y poco natural, con las simpatías y antipatías a flor de piel, no sea que seamos tontos de baba y no pillemos la sutileza. El tal James viene de África, donde parece haber hecho fortuna. Se le atribuyen a su vez logros, misterios y leyendas, y hasta poderes sobrenaturales para hablar con los muertos, aunque no acaba de quedar claro en qué consisten sus habilidades. Lo que sí es evidente al final del capítulo es que no me importa.
JAMES DELANEY, UN PERSONAJE TORTURADO QUE TERMINA TORTURANDO AL ESPECTADOR |
Como estamos en 1814, no puede faltar la dosis de prostitutas por doquier para que veamos que eran tiempos duros. Los diálogos son artificiales y pomposos, más propios de un spaguetti western de tercera que de una serie con las aspiraciones y pretenciosidad de ésta. Como si una prostituta no supiera a quién tiene delante, se insinúa a James de una forma burda, ofreciéndole chicos repetidas veces, como si quisiera que quedara claro para los espectadores más que para James. Éste, que debiera ser el eje que nos atrapa para engancharnos a la serie, se dedica a pasearse todo el tiempo sin cambiar apenas la expresión. Lo siento señor Hardy, pero no disfruta usted de una presencia poderosa como para llenar la pantalla. El aspecto sobrenatural no queda nada claro, con algunas escenas inconexas, carentes de sentido y que nos dejan igual que antes de verlas.
Se han lucido el señor Hardy y su padre con este estreno. El mundo habría ganado mucho si compartieran la afición de la pesca en vez de creerse buenos guionistas televisivos. Por mal que lo hicieran, el resto no tendríamos que sufrirlo. Y mira que tienen a grandes actores acompañándoles. Sin embargo, si lo que tienen que decir está pésimamente escrito es un soberano desperdicio. Técnicamente la serie es impecable, tanto en fotografía como en vestuario y ambientación. El problema, como diría el señor Scott, es que falta una jodida buena historia que contar. Y encima, la cuentan mal, que ya es el remate.
No está la cosa para perder el tiempo habiendo tantas series buenas que seguir. Para mí este Taboo es el primer peñazo del año. Señor Hardy, haga el favor de seguir actuando con los guiones de otros, por su bien y sobre todo por el nuestro.
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