Dentro de la maravillosa estrategia empresarial de Netflix está la idea de gastarse infinitas cantidades de dinero en producción propia de los temas más variados. Uno de ellos ha sido este retrato del reinado de la reina Isabel II de Inglaterra, que a sus 90 años sigue en el trono. Una frase de un crítico británico, leída de pasada en un periódico inglés, decía que esta serie hacía parecer a Downton Abbey una obra escolar, lo cual me impulsó a lanzarme inmediatamente con ella. Visto el primer episodio... ¿está en lo cierto?
Sin desmerecer la serie ni dudar de los 130 millones de dólares que dicen que ha costado, no me ha dado esa impresión en absoluto. Downton Abbey se recreaba en los detalles lujosos con un gusto exquisito: daba igual que fuera una vajilla, un traje de fiesta o una cacería. The Crown no asombra por su lujo: los palacios no parecen inmensos sino pequeños y los vestidos no dejan con la boca abierta. Otra cosa es la variedad de escenarios que vemos en la serie, posiblemente donde se ha ido la mayor parte del presupuesto.
Un crítico británico decía que esta serie hacía parecer a Downton Abbey una obra escolar.
En cuanto a la historia que nos cuentan, no hay que ser un experto en la realeza británica para ver que es más ficción que documental. Todos conocemos a la Reina y no parece un dechado de carisma, de manera que poner a una protagonista arrebatadora (Claire Foy interpreta a la típica modosita) tampoco cuadraría mucho. ¿Cómo compensamos que su vida personal con el Duque de Edimburgo y sus problemas como consorte no den para demasiado? Tirando de personajes históricos como Churchill, lo cual engrandece mucho la serie.
No sabemos nada de la vida de Isabel antes de contraer matrimonio y partimos del mismo. Teniendo en cuenta lo que marca la infancia en la vida de las personas, un pincelazo no habría quedado mal para empatizar un poco con ella.
Por lo demás, han tenido bastante respeto por los datos históricos y los cotorreos de la época, como el romance de la hermana de Isabel, la princesa Margarita, con un hombre casado. Lo que no me creo es que la madre de ambas fuera tan ignorante como la pintan. Si alguien tenía pinta de espabilada en esa familia era la difunta Reina Madre.
En cuanto a la historia que nos cuentan, no hay que ser un experto en la realeza británica para ver que es más ficción que documental.
Si alguien busca algún tipo de crítica a esta serie, o si es republicano, mejor que no la vea. No se plantea la existencia de la monarquía ni el sentido de la misma. La reina no tiene nada de lo que preocuparse. Incluso su vida familiar con sus hijos es reflejada de una manera mucho más dulce de lo dicho por el Príncipe Carlos en sus memorias.
Hay suficientes virtudes en The Crown para seguir viéndola. No deja de ser un entretenimiento por encima de la media, pero por debajo de otras producciones actuales que ni pueden soñar con el presupuesto de ésta. Aplaudo a pesar de todo su realización y la gran variedad de temas que muestra Netflix en su oferta.
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