Leyendo que esta serie de Amazon estaba entre las mejores del año pasado según muchos medios especializados, incluido Time, me apresuré a verla. Lo mismo me había saltado una serie que mereciera estar en mi lista de las mejores de 2014. Vistos dos episodios, puedo decir tranquilamente que yo, desde luego, no la veo merecedora de estar en esa lista. ¿Por qué?
El título hace referencia a un juego de palabras con el inglés (trans de transexual y parent de padres). La serie trata de un padre de familia que decide ya jubilado salir del armario y mostrarse al mundo como transexual. La serie nos presenta a los tres hijos de Maura (Jeffrey Tambor), a cada cual menos interesante: Sarah, la típica ama de casa frustrada de pasado lésbico con marido medio lelo puesto ahí para que te caiga mal; Ali, que no acaba de encauzar su vida y que va dando tumbos laborales y de todo tipo; y Josh, el empresario triunfador en el mundo de la música.
La serie se define como comedia negra. Si eso significa que te ríes con algo, me parece una mala definición, porque no me ha sacado ni una sonrisa. Si significa que los episodios duran menos de media hora pero te van a dar la impresión de durar 60 minutos por lo largos que se te hacen, entonces si es comedia negra.
Las situaciones son muy típicas, nos muestran desnudos totalmente innecesarios, no saben perfilar una psicología creíble de sus personajes y tiran de estereotipo continuamente: desde las chicas del grupo musical de Josh, hasta la madre divorciada que es... como te la imaginarías. Y reirse del Alzheimer de su marido es lo último ya, se han lucido señores guionistas.
Desconozco por qué ha fascinado tanto esta serie, quizás haya una sensibilidad norteamericana que ellos captan y yo desde Europa no. Que de repente tu padre te diga que es transexual cuando tu ya vives independiente, haces tu vida y lo ves dos veces al año de media, pues no es comparable a que te ocurra cuando todavía tiene que criarte. Ahí si habría más tema para ver cómo afecta a la familia. Además, Tambor debe ser uno de los hombres menos afeminados de la tierra, con lo que al verlo con faldas, collares y peluca, parece que se ha disfrazado y no transmite lo que debiera transmitir alguien que lleva toda la vida sufriendo por no poder expresarse tal y como se siente.
No me ha convencido ni como comedia, se queda en el intento con algunas situaciones rocambolescas, ni como serie dramática, porque no veo que aporte nada. Y mira que podría dar juego tanto para la diversión como para la reflexión. No es el caso, al menos de estos dos primeros capítulos.
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