Buena parte del equipo creador de Homeland se adentran de nuevo en el hasta ahora poco explorado mundo árabe en las series de televisión. En Tyrant nos cuentan la experiencia de Barry Al Fayeed (Adam Rayner), el hijo de un dictador de un país imaginario de oriente medio que decide establecerse en Estados Unidos y crear su propia familia allí sin tener apenas relación con sus orígenes. Sin embargo, una serie de acontecimientos le obligarán a volver a su país.
Este primer capítulo nos presenta la situación de la que partirá la serie y desde luego, lo hace bastante bien. El protagonista, Barry, da el tipo perfectamente de lo que nos representa, alguien que sufre por su pasado, sus orígenes, y su sentido del deber. El que no parece tener remordimientos es su hermano Jamal (Ashraf Barhom), una bestia parda que acumula todos los defectos imaginables que se os ocurran en el hijo de un dictador impune, y alguno más. Éste no parece tener límites de ningún tipo, aunque es evidente la sensación que tiene de no estar a la altura de lo que su padre espera, y no tiene ni el respeto de su mujer. Además, se molestan mediante flashbacks en explicarnos el por qué de su comportamiento.
En cuanto a la familia americana de Barry, resulta ligeramente insulsa y quizás sufre de un casting poco acertado. Por un lado, su esposa es demasiado joven para ser una típica madre occidental de dos adolescentes. De hecho, la actriz que hace de esposa, Molly (Jennifer Finnigan), es 15 años mayor que la actriz que hace de su hija, Emma (Anne Winters), y se nota bastante. Tampoco han tenido reacciones muy razonables en cuanto a decisiones de su marido tomadas en base a la realidad de un país que ella desconoce completamente. Al menos podría imaginar, viendo un telediario de vez en cuando, que en esa realidad hay que echar cuenta al que sabe donde está sin rechistar. Eso si, la trama del hijo de Barry, Sammy (Noah Silver) promete dar juego.
LA FAMILIA AL FAYEED , VERSIÓN AMERICANA Y VERSIÓN ÁRABE |
Mucho más interesante se presenta la vertiente árabe de la familia que es la que centrará la serie. Las luchas de poder que se avecinan, los problemas a los que se enfrentarán, las decisiones que tome Barry... Tenemos además personajes como el embajador británico, bien a gusto con su lujoso nivel de vida pegado al poder y sin ningún tipo de preocupación por la miseria de los ciudadanos, que no da una imagen edulcorada de occidente, como en Homeland. De momento si son capaces de desarrollar tramas políticas interesantes, teniendo la lucha entre hermanos de eje, esta serie, que se encuadraría dentro del drama político, merece mucho la pena y se agradece.
LA SOMBRA DE UN PADRE DICTADOR ES MUY ALARGADA |
La audiencia ha respondido, ya que el segundo capítulo ha subido respecto al primero más que ningún otro en el canal FX, hasta los 2,7 millones de espectadores. Sin duda, hay ganas de más, y estaremos siguiendo la serie para ver si va creciendo, porque es una apuesta refrescante de un canal, FX, que rara vez ofrece nada que no sea calidad en sus producciones, y que merece mucha más relevancia de la que tiene. Apetecen estas series que se salen de las temáticas habituales y, salvo que se termine convirtiendo en un culebrón, debe tenerlo fácil para que queramos seguirla hasta el final.
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