Esta serie basada en el pirata Barbanegra, interpretado por John Malkovick, pretende trasladarnos a la Isla de Providence, en las idílicas Bahamas, allá por el siglo XVIII. En ella, vive un Barbanegra que ya, ni barba ni pelo tiene, aparentemente retirado y viviendo de las rentas. Sin embargo, un invento que permite que los barcos puedan orientarse en el mar es una pieza demasiado irresistible hasta para un pirata retirado, y Tom Lowe (Richard Coyle) recibirá el encargo de atraerlo y matarlo definitivamente.
MALKOVICH SI QUE HA ENCONTRADO UN RETIRO DE ORO CON ESTA SERIE |
La sensación que me ha producido este primer capítulo es de insatisfacción. No se sabe bien qué es lo que quiere contarnos. No se la puede acusar de escatimar medios, aunque no ofrece la clase de espectáculo que uno espera ver en una serie de Barbanegra. La mayor belleza la encontramos en las preciosas playas que se nos muestran, aunque no por ello la escenografía es reprochable. Los barcos, aunque aparecen poco, se ven imponentes, pero el resto de los interiores se asemejan a otra serie de época.
Sin embargo, la mayor parte del tiempo que aparecen los personajes se nos va en torturas de unos a otros. No digo que no fueran habituales en la época, pero tampoco es una manera inteligente de atraer al espectador, y menos en una serie emitida en abierto. Te queda una sensación muy desagradable porque parece una forma fácil de mostrar lo duros que son todos, resultando más bien crueles y odiosos.
Sin embargo, la mayor parte del tiempo que aparecen los personajes se nos va en torturas de unos a otros. No digo que no fueran habituales en la época, pero tampoco es una manera inteligente de atraer al espectador, y menos en una serie emitida en abierto. Te queda una sensación muy desagradable porque parece una forma fácil de mostrar lo duros que son todos, resultando más bien crueles y odiosos.
Los personajes que van apareciendo no tienen tampoco un carisma destacable, ni el coprotagonista, Tom Lowe, que llama más la atención por lo que se parece a Russell Crowe que por otra cosa, ni su ayudante Fletch ( Chris Perfetti). Éste tampoco acaba de funcionar como contrapunto divertido, y más bien se dedica a recibir palos. Da la sensación de que no termina de estar bien construido ningún personaje, resultando contradictorios en ocasiones.
El resto de personajes que conforman la corte de Barbanegra tampoco es como para seguirles la pista: una loca sádica llamada Selima (Yasmine Al Massri), la típica chica liberada y sinvergüenza, Antoinette (Lauren Shawn) y una serie de secundarios que difícilmente recordarás tras ver el capítulo.
La estrella de la función, John Malkovich, se dedica a gesticular como tantas otras veces hemos visto y a recordar lo malvado que puede llegar a ser, que para eso es Barbanegra. Os costará contener la risa (yo no pude) ante el catálogo de gesticulaciones que ofrece tras ver a cierta mujer. También hace algún acto de crueldad porque sí, dificultando que empaticemos con él. Tampoco se entiende cómo está tranquilo rodeado de una panda que disfruta enormemente asesinando y apaleando, y que tampoco le obedecen tanto como uno pensaría: dejan de torturar a Tom, pero dan una paliza de mil demonios a su ayudante, Fletch. No sería tan difícil que lo quitaran de en medio y se repartieran su fortuna. De todas formas, es con mucho el más destacable de la función.
En favor del capítulo hay que reconocer que avanza bastante, tanto que parece que no van a tener historia para mucho más. Suponemos que la tendrán, ya que esta primera temporada consta de 10 episodios, aunque la impresión que se tiene viendo el piloto es de que estamos ante una miniserie. Quizás en los próximos capítulos sepan contarnos una trama con más enganche, como una verdadera trama pirata de aventuras en busca de un tesoro. Los diálogos no son tampoco terribles, pero falta introducirlos en una historia de interés.
De momento, da más pereza que otra cosa aventurarse con el segundo capítulo de Crossbones. Hace falta algo más que un actor de cine de prestigio para que una serie salga adelante, pero todavía hay muchos ejecutivos que no parecen haberse enterado.
La audiencia tampoco es que se haya rendido a sus pies, quedando este primer capítulo rozando los 5 millones de espectadores en NBC, aunque son los siguientes episodios los que nos dirán si la serie sigue adelante o no. Veremos entonces si hemos tenido un mal comienzo y finalmente la serie se parece a lo que debe ser una serie basada en Barbanegra, o no son capaces de atraer el interés de los espectadores. Ganas hay que reconocer que le han puesto, aunque no hayan terminado de acertar.
TOM LOWE, UN CO-PROTAGONISTA POCO INSPIRADO |
La estrella de la función, John Malkovich, se dedica a gesticular como tantas otras veces hemos visto y a recordar lo malvado que puede llegar a ser, que para eso es Barbanegra. Os costará contener la risa (yo no pude) ante el catálogo de gesticulaciones que ofrece tras ver a cierta mujer. También hace algún acto de crueldad porque sí, dificultando que empaticemos con él. Tampoco se entiende cómo está tranquilo rodeado de una panda que disfruta enormemente asesinando y apaleando, y que tampoco le obedecen tanto como uno pensaría: dejan de torturar a Tom, pero dan una paliza de mil demonios a su ayudante, Fletch. No sería tan difícil que lo quitaran de en medio y se repartieran su fortuna. De todas formas, es con mucho el más destacable de la función.
UN EQUIPO QUE NO ENGANCHA COMO DEBIERA |
De momento, da más pereza que otra cosa aventurarse con el segundo capítulo de Crossbones. Hace falta algo más que un actor de cine de prestigio para que una serie salga adelante, pero todavía hay muchos ejecutivos que no parecen haberse enterado.
La audiencia tampoco es que se haya rendido a sus pies, quedando este primer capítulo rozando los 5 millones de espectadores en NBC, aunque son los siguientes episodios los que nos dirán si la serie sigue adelante o no. Veremos entonces si hemos tenido un mal comienzo y finalmente la serie se parece a lo que debe ser una serie basada en Barbanegra, o no son capaces de atraer el interés de los espectadores. Ganas hay que reconocer que le han puesto, aunque no hayan terminado de acertar.
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