The Blacklist, la nueva serie dramática de la cadena NBC no ha podido comenzar mejor su andadura, al menos en lo que a índices de audiencia se refiere. En su estreno en la noche del pasado lunes 23, el episodio dirigido por Joe Carnahan (lo recordareis porque era el realizador que quería hacer el reboot de Daredevil ambientado en los 70) cosechó un sólido 3,9 porcentaje en el demográfico entre 18 y 49 años, con 12,62 millones de espectadores. ¿Merece la serie estas cifras? Estamos ante un drama criminal, un procedimental de los que suelen gustar tanto al público norteamericano y, además, en una cadena en abierto, por lo que estos índices son, hasta cierto punto, lógicos. Pero, ¿es un buen show? No, en absoluto.
Cuando Raymond "Red" Reddington (James Spader), uno de los criminales mas buscados por el FBI, se entrega en las oficinas centrales de la agencia, saltan todas las alarmas, en una escena que parece rendir homenaje a aquella de la película Seven en la que el psicópata interpretado de Kevin Spacey también hacía lo propio. Que un tipo así se entregue tan fácilmente nunca es buena señal y mas cuando exige que solo hablará con una agente del FBI en concreto, Elizabeth Keen (Megan Boone). Mientras Reddington ofrece pistas para detener un ataque terrorista, la agente Keen descubre que aquel sabe mas de su vida personal que incluso ella misma.
JAMES SPADER QUEDA BIEN DONDE LO PONGAS, AUNQUE SEA EN ESTA SERIE |
Esta es mas o menos la trama principal del episodio piloto, un capítulo en el cual se nos presentan los protagonistas y secundarios así como por donde transcurrirá la serie. Volvemos a tener entre manos un procedimental mas que añadir a la ya larguísima lista de shows similares que plagan la parrilla televisiva. Que nombres como Spader o Carnahan estén involucrados en el proyecto no significa que la serie merezca la pena, al menos es la impresión que da este piloto. Aparte que la serie es una mezcla de muchas cosas que ya hemos visto miles de veces, tiene fallos argumentales de principiante, impropios de un producto así. Vayamos desgranando algunos de ellos.
En una de las escenas del inicio del capítulo vemos como el marido de la agente Keen le enseña dos folletos, uno de ellos de un zoológico. Mas adelante, vemos que uno de los villanos tiene en la muñeca un sello de los que ponen al salir de un sitio por si quieres volver a entrar, casualmente del mismo zoológico. ¿Como? Reddington es tratado como un criminal de alto riesgo, y es encerrado en una celda de alta seguridad en unas instalaciones clandestinas del FBI. Minutos después vemos como, tras ser herido, es trasladado a un hospital de donde escapa, ya que no había ningún agente dentro de su habitación... ¿Que? La agente Keen apuñala a Reddington en la yugular... ¿y no hay consecuencias disciplinarias para ella? El marido de Keen apuñalado por el villano, ¿qué pasa con el? ¿Ha muerto? ¿Si? ¿No? Keen limpiando la sangre de la alfombra para descubrir (¡oh, casualidad!) los pasaportes y el dinero de su marido.... Que conveniente todo, ¿no? Estos y otros fallos argumentales hacen que una serie pierda toda la credibilidad desde el principio y, con el amplio repertorio de shows de calidad e inteligentes que hay actualmente en antena, es una necedad perder el tiempo con estos productos.
LA SOSÍSIMA MEGAN BOONE INTERPRETA A LA AGENTE KEEN |
Aparte de los agujeros de guión, el casting no ayuda a mejorar la cosa. Aparte de Spader, que cuenta con el morbo adicional de que prestará su voz al robot Ultrón en la secuela de Los Vengadores, el resto del casting navega entre las caras conocidas absolutamente desaprovechadas (Harry Lennix, el general Swanwick de Man of Steel; Diego Klatenhoff, Homeland, haciendo de convidado de piedra) y los actores mas anodinos. Pero la peor elección de casting la tenemos en la actriz protagonista, Megan Boone, una chica que parece haber basado su carrera en interpretar papeles de policía (Ley y Orden: Los Ángeles, Blue Bloods) pero que, con su rostro sin personalidad y una actuación que nos deja fríos, no nos transmite la más mínima credibilidad.
The Blacklist quiere imitar indisimuladamente a películas como El Silencio de los Corderos, en las que el psicópata se convierte en ayudante de la policía, aunque esta ayuda deba canalizarse exclusivamente a través de un agente determinada. Incluso sugiere la existencia de una lista de criminales a eliminar, muy al estilo de la serie Arrow. Parece como si la NBC se copiara a si misma emulando otro show de la cadena, Hannibal, aunque suavizándolo, digiriéndolo y dirigiéndolo (no, no me he equivocado) para un público mas amplio. La season finale de Hannibal, emitida el pasado junio, solo consiguió reunir ante la pantalla 1,9 millones de espectadores, muy poco para un canal en abierto como NBC. La media de espectadores durante la temporada osciló entre los 2,4 y los 2,7 millones, ninguna maravilla y lejos de lo que el show merecía. Mientras tanto, productos tan mediocres y poco originales como The Blacklist son vistos masivamente por casi 13 millones de espectadores.
Si disfrutas con los procedimentales facilones que puedes ver comiendo o planchando sin temor a perderte nada importante, The Blacklist es tu serie. Pero si, como yo, estás harto de que intenten convencerte de que esta es una serie de calidad solo porque salga James Spader haciendo de Hannibal Lecter y haya dos o tres explosiones, no pierdas el tiempo. Incluso The Following, un show similar, puesta a caldo a mas no poder (incluso nuestra crítica del piloto no fue muy halagadora), ha tenido una temporada mucho mas interesante de lo que habría cabido esperar (aquí nuestra crítica). Honestamente, espero que The Blacklist no pase de esta temporada y deje paso a propuestas mas inteligentes y de mas calidad, tanto artística como argumentalmente hablando.
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