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THOR, LA CRÍTICA

Las luces de la gran sala de cine se apagan gradualmente y comienzan a proyectar los trailers de rigor previos a toda película. Para ir abriendo boca, recibimos nuestra primera y ansiada dosis de superhéroes en gran pantalla a cargo de los mutantes de Xavier y Erik. Tras este aperitivo nos sirven nuestra segunda ración, esta vez del Capitán América. Sinceramente, la película sobre Steve Rogers gana en interés con cada nuevo trailer que lanzan. Y como colofón…Transformers III. Comentario oído en la sala: “Hasta que apareció el transformer parecía una película chula y todo…” En fin, sobran las palabras.


Finalmente y olvidando todas las noticias, comentarios, rumores y opiniones vertidas en todo tipo de medios nos acomodamos para ver el primer gran estreno superheroico del año: Thor. Por supuesto he evitado verla en 3D, por lo que no podré valorar si está o no conseguido. La espectacularidad de la cinta hace que el efecto estereoscópico no sea en absoluto necesario.

El comienzo de la película es épico. Si toda la acción hubiera transcurrido en la mítica Asgard no me hubiera importado en absoluto. Branagh presenta a los asgardianos y su dorado reino de manera ágil, trepidante, un Retorno del Rey nórdico y celestial. De modo conciso y sin bajones en el ritmo se nos narra el ascenso y caída de nuestro héroe; de ser el favorito de Odín, “El Padre de todos”, a caer en desgracia y ser desterrado a Midgard, la Tierra.

Las escenas del comienzo en Asgard y la batalla contra los Gigantes de Hielo en Jötunheim destilan el más puro sabor épico, con unas muy logradas escenas de acción. La ciudad de Asgard está más basada en la imaginada en su día por Kirby y Lee que por la que se ha visto recientemente en los cómics, de aspecto más medieval. Lo que me llama la atención en la elección de personajes que han hecho los guionistas, basados en una historia de J. M. Straczynski, es la ausencia total de Balder entre los protagonistas. La inclusión de Lady Sif entre los Tres Guerreros asgardianos la veo más como una imposición, una cuota femenina, de los productores que como una idea original de Straczynski o Branagh. Pienso que quizás incluir a Balder en la historia habría complicado demasiado el entramado de relaciones y sentimientos, distrayéndonos de los vínculos de amor/odio entre Thor y su hermanastro Loki. Esperemos que en Los Vengadores el bueno de Joss Whedon rescate a este personaje tan fundamental en el panteón nórdico.

Tras este monumental preámbulo la historia transcurre en un pequeño pueblo de Nuevo México, muy parecido a aquel de Oklahoma donde Straczynski emplazó la nueva sede de Asgard en la Tierra en los últimos cómics del personaje. Y mientras los acontecimientos se suceden en Midgard, en el reino de los Aesir el intrigante Loki, Dios de las Mentiras, hace de las suyas. Esta parte de la película es menos épica y más humorística, aunque sin caer en los típicos chistes fáciles a lo “Cocodrilo Dundee” que hemos sufrido en otras ocasiones.

La historia de amor entre Thor Odinson y Jane Foster, al contrario de lo que me temía, no tiene en la cinta de Branagh un peso excesivo. Es una relación sutil, no habiendo demasiada química entre ambos personajes. La atracción entre ambos es palpable desde que se conocen, pero lo accidentado de las circunstancias en las que sucede todo hace imposible que el romance se desarrolle demasiado. Lo trepidante de la acción, atemperada por momentos de más calma pero que no rompen el ritmo del film, hacen que la historia de amor se subordine a lo que realmente interesa ver en una película sobre el Dios del Trueno: acción, épica y grandiosidad.

 El clímax final es apoteósico, intenso y emocionante (se de una a la que se le escapó alguna lagrimilla) a la altura de lo que se podía esperar de lo acontecido durante todo el metraje.

La elección de los actores es acertada. Desde un irreconocible Colm Feore como el Rey Laufey, hasta un inquietante Loki, interpretado por Tom Hiddleston, actor proveniente de la televisión, pasando por una adecuada Natalie Portman encarnando a Jane Foster. El casting esconde personajes como al propio J.M. Straczynski, el inevitable Stan Lee o a Jeremy Renner (The Bourne Legacy) como un Clint Barton (Ojo de Halcón) fichado por la todopoderosa agencia S.H.I.E.L.D. El personaje interpretado por Natalie Portman no es la Jane Foster de los cómics Marvel, ni de la Tierra 616 ni del universo Ultimate, sino del propio universo inventado para las producciones de Marvel Studios. La Jane Foster enamorada del Dr. Donald Blake siempre ha sido una simple enfermera, no una brillante física. Quizás pueda achacarse que la profesión de Jane Foster como astrofísica haya sido muy traída por los pelos para la ocasión.

El guión, vuelvo a insistir, es estupendo, algo que no pintaba fácil, al igual que los diálogos y la caracterización de los personajes, que fácilmente podrían hacer el ridículo con las indumentarias que han de llevar (léase Linterna Verde) pero todos dotan de credibilidad a sus interpretaciones. Quizás sea reseñable la concesión a lo políticamente correcto del personaje de Heimdall, interpretado por el actor de color Idris Elba, una elección más que discutible para los puristas del cómic. Mención aparte la gran interpretación que Elba hace del guardián del Puente Bifrost, eso sí.

En resumidas cuentas, la película de Branagh es un buen ejemplo de cómo hacer una película de superhéroes épica, sin caer en sensiblerías y con la dosis adecuada de humor y drama. Las relaciones paternales y fraternales de los protagonistas son el caldo de cultivo propicio para que el director británico se haya sentido a gusto y haya realizado una gran película. Sin duda elegir a Branagh como director fue todo un acierto. Si bien al principio me extrañó mucho la elección, una vez que entré en contacto con el mundo de Thor y la importancia de las relaciones/traiciones familiares en su vida, el perfil del director le viene de perlas. Incluso el principal escollo que yo veía en él, las escenas de acción, que no abundan precisamente en su filmografía, son de lo mejor de una película destacando por su calidad en todos los aspectos. Thor es una cinta que puede ser vista por cualquiera aun sin haber leído un solo cómic del personaje, al nivel de calidad de Iron Man I, si no más. Sin duda la presentación de uno de los personajes más poderosos de Los Vengadores ha sido todo un éxito. Esperemos que la taquilla sea rentable, pues el film lo merece, propiciando productos de calidad basados en los superhéroes que nos hicieron, y siguen haciendo, soñar.

 Crítica en colaboración con Silver Draper.

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