Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal no defrauda. Solo es cuestión de enfrentarse a ella con la mente abierta a todo. Y parece que el método funciona. Si vas con la escopeta cargada, con ideas preconcebidas sobre lo que vas a ver en la supuesta última entrega de la saga, lo más seguro es que salgas con la sensación que te han tomado el pelo.
Sin embargo, el regusto que te deja la última película del aventurero del sombrero es extraño. La factura técnica de la cinta es impecable, los efectos visuales son los justos, la fotografía de Janus Kaminsky es espléndida... Pero algo no me encaja, chirría.
En primer lugar, el guión de David Koepp es una amalgama de todos los lugares comunes de esa pseudociencia llamada astroaequeología: las imposibles calaveras de cristal, las líneas de Nazca, ElDorado, ciudades perdidas... La parapsicología y su supuesta utilización por el ejército soviético también se encuentra presente en la película en la figura de la deliciosa actriz australiana Cate Blanchett, quien llena la pantalla en cada aparición.
También los conspiranoicos tienen sus guiños. Cuando Indy y los rusos llegan al almacén del ejército norteamericano podemos ver rotulado en grandes letras en una de las puertas ¨Area 51¨. No es necesario que lo explique, ¿verdad? Atento a una de las cajas del almacén que se rompen en una de las escenas, porque se entrevé la famosa reliquia que aparece en la primera película de la saga.
En algunos momentos da la impresión de no estar viendo una película de Indiana Jones. Me explico. El final apoteósico del film tiene reminiscencias de otra película que todos conocemos bien: Expediente X (1998). No entro en más detalles para no destrozar la peli con un spoiler, aunque a estas alturas... La persecución motorizada por la selva también recuerda inevitablemente a la carrera de motojets de El Retorno del Jedi. También parece que de un momento va a aparecer King Kong por el desfiladero para agarrar a uno de los vehículos rusos. No faltan tampoco homenajes a películas clásicas, como Cuando Ruge la Marabunta (1954), con esas hormigas gigantes.
Todo cinéfilo que se precie de serlo se dará cuenta enseguida que Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal es un batiburrillo muy bien engarzado de tópicos y misterios por resolver. Es una buena película, pero parece que Steven Spielberg ha querido meter demasiada carne en el asador, demasiados temas misteriosos en un solo argumento. Las demás películas de la serie giran en torno a un solo mcguffin o excusa argumental: el Grial, el Arca de la Alianza, las piedras de poder. Aquí se han querido incluir demasiados misterios.
El reparto es estupendo, aunque el papel que interpreta John Hurt está desperdiciado dada la talla de este gran actor. Para Karen Allen parece que no han pasado los años; aunque tiene unas cuantas arrugas de más es la misma Marion echá palante de la primera película. Pensé que Shia LaBeouf iba a tener un papel facilón y de relleno, pero parece que el tío se lo ha currado y da la talla como vástago de nuestro héroe. En cuanto a Harrison Ford, se le notan los años, pero solo un poquito. Sin embargo, sigue encarnando perfectamente al héroe romántico que es Indiana Jones.
Resumiendo, debo decir que Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, una de esas secuelas que tardaron demasiado en llegar, es una película entretenida, vistosa, espectacular, que nadie debería perderse a pesar de todos los excesos y fallos que se le puedan encontrar. Debemos agradecer al mago Spielberg y a George Lucas el haber devuelto a la gran pantalla uno de los mitos de nuestra juventud aunque con un resultado tan desigual.
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